Los azulones fueron superiores en la primera mitad, pero no consiguieron mantener la ventaja. El Pucela tuvo en su mano el triunfo en el segundo periodo

Hay que reconocer que desde la llegada de Sergio González han cambiado muchas cosas. Y una de ellas es mantenerse de pie cuando todo pinta a bastos. El Real Valladolid resiste incluso cuando no lo merece. Si ocurre de manera esporádica puede parecer suerte. Si no caer se convierte en habitual, es que esa fuerza forma parte de tu ADN.
La película de terror que durante largas temporadas siempre vivía el Pucela en sus carnes la sufrió el Getafe en la primera parte. Esa película que nos suena tanto y que se había visto en multitud de ocasiones antes de la llegada de Sergio: tener al equipo contrario controlado, ser mejor por juego y ocasiones, pero recibir el gol a la primera oportunidad. Pues esta vez no fue así.
Tras un tímido penalti señalado a Djené por brazear a Ünal dentro del área, el turco igualaba desde los 11 metros antes de marcharse al descanso, con el tiempo ya cumplido. Esa cantinela también suena a los aficionados pucelanos.
El juego durante la primera mitad fue terrible, con ambos contendientes más pendientes de los números, y con la calculadora en la mano, que de lo que pasaba en el campo. Por lo menos eso pareció. Los locales igualaron un partido que se había puesto muy cuesta arriba con el 0-1 de Jaime Mata. Al madrileño le sienta muy bien Valladolid. Desde febrero no marcaba en liga. En Zorrilla, la exhibición del delantero fue total.
Transformación tras el descanso
La segunda parte trascurrió por otros derroteros totalmente distintos. El Pucela mejoró ostensiblemente. Tampoco era difícil aumentar el rendimiento, pero hay que darle crédito por ello. Delante no estaba un equipo cualquiera. Con el Getafe de Bordalás uno no está tranquilo nunca porque sabes qué va a pasar cuando cometas el mínimo error. Menos todavía cuando sobre el césped juntó a sus tres mejores delanteros: Mata, Molina y Ángel. El que completaba a ese trío atacante y no jugaba casi nunca era Sergi Guardiola, sustituido en la segunda mitad por Miguel de la Fuente. Ahí queda eso.
El campo se inclinó hacia la portería de David Soria y el encuentro se equilibró en fuerzas. No así en ocasiones. Las más claras tuvieron color blanquivioleta. Porque fue casi milagroso que no entrarán dos oportunidades que tuvo Ünal en sus botas, especialmente la segunda de ellas, tras un saque de esquina en el que ya se cantaba el 2-1. La última la tuvo el ‘Geta’ tras una falta directa. Pasó cerca pero no entró. El que firma esta crónica conoce una película donde sí entra esa pelota, pero ya no la protagoniza el Pucela. Un punto más y una jornada menos.