‘Ebi’ dejó huella en los aficionados del Real Valladolid con su personalidad díscola y su juego genial a partes iguales

«Ahí va Patrick Ebert, puede encarar Ebert, se va Ebert, recorta Ebert, bonito Ebert, todavía Ebert, sienta a Aouate… Qué maravilla, qué maravilla, señores, qué preciosidad del gol. ¡Vaya lo que ha hecho Patrick Ebert!». Esta narración de Miguel Ángel Román del segundo gol de Ebert, el tercero del Real Valladolid al RCD Mallorca el 12 de enero de 2013, es la mejor definición sobre el jugador alemán. Para muchos, uno de los futbolistas con mayor calidad que ha vestido la camiseta blanquivioleta en el pasado más reciente.
‘Ebi’ era un extremo derecho rápido, con un gran disparo en sus dos piernas y con mucho carácter. Este último es uno de sus debes. Aunque sin él, Ebert no sería Ebert, y quizá los seguidores pucelanos ni se acordasen de él. Otros dirán que también pecaba de individualista. Si la mejor opción casi siempre estaba en sus botas, ¿qué culpa tenía él? Su gran talón de Aquiles, sin ninguna duda, fueron las lesiones. Además de, a la larga, sus decisiones.
En su primera temporada participó en 23 partidos de liga: un porcentaje que apenas supera el 60% de encuentros jugados. Aun así, marcó seis goles y asistió hasta en siete ocasiones. Nadie en la actual plantilla del Pucela tiene mejores números en la competición doméstica. Quien más se le acerca es Sergi Guardiola, con seis goles y dos asistencias.
Una historia con final amargo
Ebert firmó dos años de contrato cuando se le fichó desde el Hertha Berlin, por lo que su unión con el Real Valladolid expiraba el 30 de junio de 2014. Pero le entró prisa. Mientras se recuperaba de una lesión que le tuvo apartado más de un mes de los terrenos de juego, el diario Marca informó sobre una comida entre el alemán y José Luis Pérez Caminero, por aquel entonces director deportivo del Atlético de Madrid, para abordar su fichaje en verano.
Era marzo de 2013 y su cláusula era de ocho millones de euros. Posiblemente, entendía que, en su mayor momento de plenitud y madurez futbolística, -acababa de cumplir 26 años-, el momento de subir un peldaño en su carrera había llegado.
El final de la historia no fue como se esperaba. Quien llegó al club rojiblanco fue el utillero Óscar Fernández, despedido por ser el encargado de llevar a ‘Ebi’ a la comida con Caminero en Torrecaballeros, -un pueblo segoviano-, y no el alemán. Fue un giro inesperado al más estilo ‘Somos Valladolid’ en el que se conoció como ‘Caso Ebert’.
Tras rescindir su contrato de manera unilateral en febrero de 2014, Ebert se marchó al Spartak de Moscú, dejando en Valladolid una primera temporada brillante y la «compensación económica justa» por parte del club moscovita. Su periplo en Rusia duró menos de un año y medio, ya que en febrero de 2015 volvió a la liga española de la mano del Rayo Vallecano. En su estancia en el equipo de la franja se reencontró con rostros conocidos como Manucho o Javi Guerra.
Cuando finalizó su contrato con el Rayo en junio de 2017, Ebert se quedó sin equipo. Hasta que el FC Ingolstadt 04, de la segunda división alemana, le ofreció una prueba, aprovechando el parón navideño, para después ficharle. En la actualidad, milita en el Dynamo Desden, último clasificado del segundo escalafón del fútbol teutón.
En definitiva, el caso de Ebert es el de un jugador brillante lastrado por las lesiones y sus decisiones, como otros tantos. ¿Alcanzó su máximo potencial? Nunca lo sabremos. Aunque para el ganador de la Eurocopa sub-21 de 2008, y compañero de generación de futbolistas como Neuer, Hummels u Özil, la 2. Bundesliga seguro que sabe a poco.