La igualdad de la primera parte dio paso al dominio vigués en la segunda, que se intensificó en los últimos minutos
Foto: LaLiga
¡Cómo hemos cambiado! O no tanto. Del colorido 3-3 de la temporada pasada nos encontramos con otro empate. Esta vez, 0-0, y bien diferente. Y es que una calma tensa sobrevolaba por encima de los jugadores y el público durante todo el partido disputado en Balaídos.
Un encuentro a las nueve de la noche es de esos que no quedarán en la memoria de los aficionados de ambos equipos, pero que era vital para los intereses de pucelanos y vigueses.
Son este tipo de choques en los que puedes comentar, comer pipas, dar una pequeña cabezadita y no te has perdido nada. Bueno, sí. Un par de saques de banda.
Cortar la racha positiva del Celta, más en sensaciones que de resultados, y aumentar la ventaja hasta los teóricos ocho puntos respecto a uno de los actuales rivales directos, no era moco de pavo para el Real Valladolid. Los celestes, por su parte, necesitaban seguir escalando. Pues al final, ni una cosa ni otra.
No sería por oportunidades en la primera mitad. Aunque gracias a los datos se puede encontrar la explicación lógica a la incapacidad para materializar de cara a puerta: en el campo celeste se medían dos de los tres equipos de toda la Liga Santander que menos disparos efectúan ante la portería contraria.
El Pucela comenzó mandón y fueron Sergi Guardiola y Hervías los que estuvieron más cerca de poner el primero en el marcador. Sobre todo, este último, con un disparo lejano que despejó Sergio Álvarez como pudo.
El Celta también pudo adelantarse por dos veces. Salisu cometió un par de graves errores que bien pudieron costar un disgusto. Más que nada, porque los cometió ante Iago Aspas, y el de Moaña es uno de los que no suele perdonar. Pues el celeste desperdició dos oportunidades que no supo resolver ante Masip.
Entre medias de los despistes defensivos y la pólvora mojada en ataque, una pieza brilló por encima de los demás, con perdón de Masip. Joaquín Fernández fue un pulpo en el centro del campo: se anticipó, cortó pases de los jugadores del Celta y no se complicó a la hora de repartir juego con pases sencillos y rápidos.
Tanto es así que el técnico blanquivioleta le mantuvo sobre el césped con una amarilla toda la segunda parte. Vio la quinta y no estará ante la Real Sociedad. Sergio tendrá que volver a recomponer un centro del campo que, por unas cosas o por otras, no consigue tener continuidad.
Tras el paso por los vestuarios y bajo una intensa lluvia, la mejor noticia para los visitantes fue la entrada de Waldo, que dio aire a un ataque blanquivioleta desinflado estas últimas jornadas. Parece que todos los goles se gastaron ante el Mallorca y de eso hace ya unas semanas. Dos pinceladas del ‘23’ que despertaron del sopor a más de uno.
Un punto de valor
El momento de reflexión llegó cuando Óscar García introdujo a Rafinha en sustitución de Denis Suárez. No porque el cambio fuese determinante, sino porque es en ese instante cuando uno se da cuenta del nivel de los jugadores celestes y de la importancia del punto que hasta ese momento conseguía el Pucela.
Los últimos diez minutos se sufrió. El Celta quemó naves y cercó la portería de Masip. Ahí se resarció Salisu. El de Ghana cortó una intentona de Santi Mina cuando lo tenía todo a su favor para hacer el 1-0 casi al final. El ex del Valencia tuvo otra todavía más clara, que convirtió el punto que al inicio tenía un cariz gris, en uno brillante y muy valioso de cara al futuro.