El equipo madrileño vivió una situación surrealista durante la temporada 2003/04, con el club en manos de Daniel Grinbank y más de la mitad de la plantilla de origen argentino
Verano de 2003. El Leganés afronta una nueva pretemporada en Segunda División, categoría en la que había militado los diez años anteriores. El empresario argentino Daniel Grinbank compra el 86% de las acciones del club pepinero a Jesús Polo y se convierte, por ende, en nuevo presidente.

Foto: AS
Comienza así una experiencia de un año que finalmente se convirtió en un paradigma dentro de nuestro fútbol: un club español cuya plantilla es, en su gran mayoría, de origen argentino.
Un proyecto controvertido
Tras haber intentado hacerse con el control del Real Valladolid, el empresario, representante artístico y productor de espectáculos argentino Daniel Grinbank se hace con el control del Leganés. Su objetivo: conseguir que los madrileños militasen en Primera División en un plazo máximo de tres años.
Para llevar a cabo su ambicioso proyecto, Grinbank hace un desembolso importante de dinero. Pero no se conforma con lo económico el empresario, sino que hizo un movimiento que levantó la polémica. El argentino decidió rescindir el contrato a más de la mitad de la plantilla para, en su lugar, contratar a quince compatriotas.
El cuerpo técnico, como no podía ser de otra forma, también fue objeto de la ‘argentinización‘ llevada a cabo por el máximo accionista. Grinbank confió la dirección deportiva a Pékerman –actual seleccionador colombiano– que, además de dar prestigio al club pepinero por su trayectoria, actuó como imán para el resto de cuerpo técnico.
Así, el elegido para entrenar a los ‘pibes’ fue Carlos Aimar. Un entrenador con amplia experiencia en el fútbol español, pues dirigió a equipos como el Club Deportivo Logroñés o el Celta de Vigo. Víctor Marchesini, como segundo de abordo de Aimar, completó el tridente directivo del Leganés.
Con respecto a la plantilla, formada en su gran mayoría por jugadores argentinos, se vivió una situación cuanto menos curiosa: de los dieciséis pibes, solo uno ocupaba una ficha de extracomunitario. La explicación es sencilla: la mayoría de nuevos fichajes –ya fuese por padres o por abuelos– contaban con doble nacionalidad española o italiana, por lo que ocupaban plaza comunitaria.
Una tesitura que difería bastante de la vivida un año atrás, cuando el Leganés tan solo contaba con cuatro extranjeros en su plantilla. De los dieciséis jugadores argentinos que militaron en el club pepinero esa temporada, solo uno ya estaba en el equipo antes de la llegada de Grinbank. Se trataba de Pablo Calandria, que la temporada anterior había cuajado una buena actuación con veintiséis partidos disputados.
Entre los nombres de los recién llegados destacaba José Chamot. El veterano defensa, que había militado en el Atlético de Madrid y el AC Milan entre otros, dudaba entre la retirada o irse a Qatar cuando la llamada de Pékerman le convenció para fichar por el Leganés. Su paso por el club pepinero fue testimonial, pues tan solo jugó sesenta minutos en toda la temporada.
Otros nombres conocidos dentro del plantel de pepineros argentinos eran Mustafá, que había militado en el Real Valladolid la temporada anterior, Nicolás Medina, procedente del Sunderland, y Alessandria, que fue el pibe que más minutos acumuló durante ese año.
Foto: En una baldosa
Una historia sin final feliz
Con una plantilla de estas características, podía darse la posibilidad de que el once inicial no tuviese ningún jugador español. Aunque no se llegó a eso, el partido contra el Numancia –que coincidió con el 75 aniversario del club– contó con un once inicial peculiar.
Pékerman alineó a nueve jugadores argentinos (Leyenda, Domínguez, Alessandria, Mustafá, Vitali, Rodríguez, Pietravallo, Medina y Turdó), al chileno Arrué y tan solo un español, el centrocampista Txiki. Sin embargo, su experimento no salió todo lo bien que podía, pues el Leganés perdió por dos goles a cero.
A pesar de todos los esfuerzos de Grinbank, el equipo pepinero no carburó esa temporada. Con un arranque bastante discreto, su mejor partido fue el de la Copa del Rey contra el Real Madrid –donde remontó un dos a cero a los blancos–.
La ausencia de buenos resultados deportivos terminó por mermar a la directiva. Grinbank anunció en enero de 2004 que abandonaba el club pepinero, cuya gestión le provocó una deuda aproximada de tres millones de euros. Junto a él, Carlos Aimar dimitió de su cargo aludiendo problemas personales.
Con el equipo tratando de hacer frente a una deuda económica creciente, y con unos resultados mediocres para la inversión realizada, Pékerman trató de hacerse con las riendas del equipo. Pero cuando la suerte no está de cara, nada puede salir bien. La Federación Española de Fútbol no le permitió inscribirse como entrenador del conjunto pepinero, pues no cumplía con el requisito de haber estado tres años al frente de un equipo.
Con todo, el elegido para reconducir la situación fue Martín Delgado, que no pudo hacer más que consumar la mala situación del equipo. Así, lo que en verano de 2003 había comenzado con una promesa de ascenso a Primera se cerró con el descenso pepinero a Segunda B, categoría en la que militó los diez años siguientes.