El Real Oviedo vuelve al Nuevo José Zorrilla un año después de enfrentarse al Real Valladolid Promesas
de aficionados || Foto: Real Valladolid
«En el mundo del fútbol no existen amigos». Una frase muy extendida que, afortunadamente, no siempre se cumple. Todavía quedan casos en los que, sin saber muy bien el porqué, dos aficiones dejan de lado los colores y se hermanan. Y si no, que se lo pregunten al Valladolid y al Oviedo. Dos equipos que, catorce años más tarde, vuelven a verse las caras en el fútbol profesional. Dos hinchadas que este domingo en Zorrilla celebrarán por todo lo alto algo más que un partido.
Sirva como precedente de lo que se podrá vivir en la capital del Pisuerga dentro de unos días el choque entre el Real Valladolid Promesas y el Real Oviedo la pasada temporada.
La historia es caprichosa, más aún en el fútbol, pues nadie se imaginaba que un año después ambas hinchadas volverían a encontrarse. Quizás los carbayones jugaron con ventaja en lo de ser videntes, por eso de la inquebrantable fe azul en que el ascenso llegaría. Y, cuando a finales de mayo se consiguió salir del pozo, las primeras felicitaciones no podían ser de otro equipo que no fuera el Valladolid.
El de la temporada pasada fue un preludio de lo que se espera este domingo. Pucela se vistió de gala para recibir a sus hermanos, que se volcaron en masa para apoyar al Oviedo en el que era un desplazamiento marcado en rojo en el calendario. La Plaza Mayor vallisoletana fue testigo de la buena relación entre ambas hinchadas. Los prolegómenos del partido tiñeron la ciudad de azul, blanco y violeta. Y, cuando el balón echó a rodar, Zorrilla se convirtió en una fiesta.
Fue un partido animado, impropio de la categoría, en el que el Promesas se llevó el gato al agua. La historia quiso volver a intervenir aportando su granito de locura, al igual que en el famoso 3-8 que marca el inicio de esta amistad. Sin embargo, y por suerte sin ningún Japón Sevilla por el medio, el partido no llegó a ser tan surrealista como en aquella ocasión.
Con el Promesas ganando 2-0 y los ánimos de la grada carbayona hundidos, el Oviedo remontó para llegar al descanso con el marcador empatado a dos tantos. Pero los carbayones siguieron con la misma dinámica tras los minutos de asueto: o no aprendieron de los errores cometidos en la primera parte o aquel día les apetecía remar contracorriente.
Foto: Real Valladolid
Al final, el Promesas se llevó los tres puntos tras ganar por por cuatro a tres. Puede sentirse orgulloso el filial, pues junto con el Racing de Ferrol fue el único equipo que endosó cuatro goles a los asturianos. Aquel choque fue un punto de inflexión para los carbayones, que empezaron a sumar victorias para colocarse líderes en la jornada trece y no abandonar ese puesto en lo que restó de curso.
Pero, como suele pasar en estos casos, el resultado fue lo de menos. Lo importante fue que, tras muchos años sin verse las caras y con trayectorias diametralmente opuestas, ambas hinchadas volvieron a manifestarse el mismo cariño que se tenían cuando militaban en Primera. Más de cuatro mil oviedistas se dieron cita en Zorrilla, y fueron recibidos por todo lo alto por los blanquivioletas.
Algo similar sucederá este domingo. Con la primera remesa de entradas agotada y la segunda con visos de terminar igual, miles de oviedistas se desplazarán a Valladolid para arropar a su equipo. El azar volvió a intervenir cuando decidió que ambos se cruzaran en la eliminatoria de Copa del Rey, aunque el horario –miércoles a las diez de la noche– se encargó de dinamitar la fiesta.
Quizá fue el destino, que quiso que la celebración tuviera lugar en el encuentro liguero. El José Zorrilla se vestirá con sus mejores galas para recibir a un equipo que, más que un rival, es un hermano. Mientras llega el día en el que la hermandad se celebre en Primera División, ambas hinchadas ya están volcadas en lo que, sin lugar a dudas, será una fiesta. Por los viejos tiempos.