El joven delantero chileno dejó Chile para probar fortuna en Europa: el fútbol, sin embargo, le ha empujado a construirse sobre la precocidad
Cuando parecía que con la cesión del delantero colombiano Erick Moreno la parcela ofensiva del Real Valladolid quedaba cerrada, el club pucelano ha confirmado la contratación de Diego Rubio (Chile, 1993) para los próximos cuatro cursos, hasta el treinta de junio de 2019, procedente del Sporting de Portugal lisboeta.
El joven delantero de Santiago de Chile, con nacionalidad chileno-alemana –su madre es del país germano–, supone una apuesta de la dirección deportiva castellana, como refleja el extenso contrato firmado con el club presidido por Carlos Suárez. De hecho, se trata del integrante de la plantilla con la vinculación de más duración.
Diego Rubio, aún en una edad temprana, ha marcado sus primeros pasos en el fútbol profesional iluminado por la mirada de la expectación y la precocidad. En una sorpresiva irrupción en el Colo-Colo chileno, en el curso 2010/11 fue artífice de seis goles en diez partidos que despertaron el interés de uno de los clubes ilustres del país luso: el Sporting de Portugal.
Debutó con el Sporting lisboeta en agosto de 2011, en el primer partido de la Liga ZON Sagres, que citaba al conjunto de Domingos Paciência y el Olhanense. En el segundo periodo, el flamante punta del Real Valladolid entró en sustitución del ya exblanquivioleta Jeffren. En aquella temporada participó en dieciséis choques más, aunque su lugar terminó por ser el filial, desde donde sus reivindicaciones en forma de gol no tuvieron el efecto deseado.
En la campaña posterior al debut, Rubio, ya enrolado en el ‘B’, hizo ocho goles en veintiséis encuentros. En la temporada siguiente, sin sitio con los ‘grandes’ para Leonardo Jardim, emprendió una doble aventura que difería notablemente de lo que había vivido tanto en su país de origen como en Portugal. Puso primero rumbo a Rumanía, para jugar en el Pandurii, donde se lesionó. Después, a Noruega, para sumarse al Sandnes Ulf. En el país nórdico marcó ocho goles en veintisiete partidos, aunque su equipo descendió a Segunda.
Un emprendedor satisfecho
Diego Rubio puede definirse como un ‘emprendedor’ del fútbol. Analizada su trayectoria, aún con veintiún años, se vislumbra un tipo de jugador eximido del miedo a lo ajeno, a lo exótico, a lo desconocido.
De hecho, como como reflejan unas declaraciones recogidas en el portal lasegunda.com, valora todo el tiempo que lleva fuera de Chile: «Gracias a haber emigrado a Europa conocí a mi mujer, que es española; jugué la Europa League y llegué a semifinales en mi primera temporada en Sporting… Lo único malo han sido las lesiones, como las que me impidieron ir al Mundial Juvenil de Turquía».
El regreso de Rubio a Portugal fue, en término de éxitos individuales, bastante prolífico, aunque no pudiera dar el salto definitivo el primer equipo. Catorce dianas en veintiún duelos de la última campaña con el filial lo acercaron más a conjuntos punteros de la primera liga lusa a la vez que lo separaban de su premisa inicial: ser trascendente con los leones.
León no pudo ser, aunque estuvo muy cerca este verano de convertirse en guerrero. En concreto, su fichaje por el ‘socio veraniego’ del Real Valladolid, el Sporting de Braga, parecía visto para sentencia a mediados de agosto, de acuerdo a una nota albergada en el diario portugués A Bola. Sin embargo, la operación se truncó, y entró en escena el director deportivo pucelano, Braulio Vázquez.
Desmarque y definición
El último día de mercado de fichajes en España se hacía particularmente importante para el Real Valladolid. Exiguo en efectivos para el ataque, Garitano tuvo que rescatar a Caye Quintana, del Promesas –con un plausible rendimiento en pretemporada– para completar las convocatorias. Reprimido, solicitó en varias ocasiones la incorporación de, mínimo, un delantero más, una vez que el fichaje de Rodri se oficializó.
Y, a poco menos de seis horas del cierre oficial de la ventana de salidas y entradas de jugadores, un relámpago informativo surcó el cielo de Valladolid con la noticia de dos nuevos nombres que llegaron ‘de la mano’: el delantero Erick Moreno y el medio creativo Pedro Tiba, ambos del Sporting de Braga. Pero faltaba una sorpresa en forma, además, de traspaso, en lugar de préstamo –tendencia que ha determinado de manera reseñable la confección de la actual plantilla–.
Diego Rubio es un delantero que sobresale por la capacidad de desmarcarse con peligro y por atesorar una facilidad para hacer gol. «Un buen proyecto que salió muy joven de Chile, pero lo apuraron«, suaviza el periodista de la radio chilena Cooperativa, Ernesto Contreras. Posee calidad en la asociación pero no es, como señala el fundador del sitio web Nueva Era Deportiva Juan Carlos Rodríguez, un delantero referencia. Lo que no le resta aptitudes para, según Rodríguez, «marcar diferencias en Segunda».
El viajero de Colo-Colo, deshecha su idea de rugir como un león, intentará echar raíces en un club que espera de él que luche como un caballero.