Álvaro Rubio, gran capitán y símbolo del Real Valladolid, cumplirá su décima temporada en la entidad

«Más ilusionado que nunca». Así afronta Álvaro Rubio Robres (Logroño, 18/04/1979) su décima temporada como jugador del Real Valladolid. Desde que el riojano fichara por el Real Valladolid en el ya lejano verano del 2006 han transcurrido nueve años.
Durante este periodo, el veterano centrocampista ha vivido dos ascensos y dos descensos y ha disputado 271 encuentros oficiales con la entidad vallisoletana, de los cuales 265 son de liga (153 en Primera y 112 en Segunda) y seis son de Copa del Rey. En estas nueve campañas, el exinternacional sub 20 ha anotado ocho tantos (seis los logró en sus tres primeras temporadas y en la última temporada ha anotado dos nuevos goles).
Pero la importancia de Rubio extrapola su capacidad anotadora –no muy alta, como se ha comprobado–. Han sido otras muchas virtudes las que le han hecho indiscutible con prácticamente todos los entrenadores que ha tenido a orillas del Pisuerga (Mendilibar, Onésimo, Clemente, Antonio Gómez, Abel, Djukic, JIM y Rubi).
Y es que ya casi nadie duda de que el capitán blanquivioleta es básico en el engranaje pucelano. Sin ir más lejos, en la última temporada se ha evidenciado la falta de (buen) juego cuando el ’18’ no estaba presente en el terreno de juego y eran otros los que trataban de hilvanar en esa zona ancha.
A pesar de haber sido criticado por la afición temporadas atrás, es innegable que Rubio aporta al equipo innumerables cualidades dentro (tranquilidad, pausa, criterio, rigor, trabajo, equilibrio, visión de juego…) y fuera del campo (jerarquía, sencillez, humildad y, sobretodo, disciplina), lo que sin duda le hace ser un líder dentro del vestuario blanquivioleta. Como veterano que es, no rehuye en ser de los primeros en tirar del equipo y en dar ejemplo cuando toca ponerse el mono de trabajo.
Aunque los años no pasan en balde para nadie, Álvaro Rubio es un futbolista que se cuida y mucho. De no haber sido así, seguramente no estaría compitiendo a este nivel con 36 años. Conseguir su tercer ascenso y alcanzar los 300 partidos oficiales con el Real Valladolid son los objetivos a nivel individual que se marca el capitán en la presente temporada.
Este deseo, compartido por unos cuantos –muchos, se podría decir– le devolvería al sitio que le corresponde, como al club, al cual por su historia se le espera en Primera. Entretanto, la afición y Garitano pueden estar tranquilos: el capitán del barco seguirá marcando el rumbo. El buen rumbo.