El técnico gallego vuelve al conjunto chacinero un año después de abandonarlo para dirigir al Real Valladolid Promesas

Que Rubén de la Barrera no iba a seguir era sabido antes incluso de que terminase la pasada temporada. Y que además podía volver a la que había sido su casa la campaña anterior es una opción que fue cobrando fuerza conforme se fueron ocupando los banquillos del Racing de Ferrol o del Real Club Celta B y se confirmó que Chema Aragón, una de sus personas de confianza en su estancia en Valladolid, iba a ser director deportivo del Guijuelo.
Una temporada después, el técnico gallego vuelve por donde vino para seguir demostrando lo que en el club chacinero había mostrado y lo que en Los Anexos siguió luciendo: un saber hacer en los banquillos a veces impropio de su juventud y un carácter que, aunque indomable, y aunque la del balón no sea una ciencia exacta, a buen seguro le llevará lejos en la profesión. Así será si, como hasta ahora, sigue mostrando la eficacia probada del detergente, que cambia ahora de lugar en el estante para irse no muy lejos: será rival del Promesas en su nuevo –y viejo– banquillo.
La llegada de Rubén de la Barrera al Real Valladolid B se produjo en el verano de 2014. Entonces, el filial vallisoletano había conseguido el ascenso a la Segunda División B tras una fantástica temporada de los chicos de Javier Torres. El cambio no solo se produjo en el banquillo con la marcha del vallisoletano y la llegada del gallego sino que sufrió una importante renovación.
Jugadores que fueron protagonistas en la promoción de ascenso como Julio, Xavi Carmona, Juanjo, Juanmi, Alberto, Fran No, Iván Casado, Anuar, Teto y Toni siguieron en el plantel –algunos, con una participación exigua o inexistente–, pero otros muchos que tuvieron que tomar otro rumbo.
Poco a poco se fue configurando la plantilla que dirigiría Rubén de la Barrera en su nueva andadura, aunque no la primera en la categoría de bronce, como ya se ha comentado, división ya conocida por el técnico al dirigir al Guijuelo en su anterior etapa. El club salmantino, con el entrenador revelación, disputó la fase de ascenso a la Liga Adelante por primera vez en su historia, apeado por el Leganés, que finalmente fue el equipo que dio el salto de categoría.
Con esas credenciales y con el objetivo de mantener la categoría que tanto costó lograr llegó De la Barrera a Valladolid. Poco a poco, técnico y jugadores fueron buscando un estilo de juego definido y sumando victorias que le hicieron no pasar apuros en ningún momento de la temporada. E incluso, llegar a soñar con meterse en los puestos de ascenso a la Liga Adelante tras una primera vuelta en la que consiguió ocho victorias y cinco empates.
Una segunda vuelta menos brillante en cuanto a resultados se refiere, con seis victorias y cinco empates, hicieron que el filial terminara en una más que meritoria novena posición. Lo cual le hizo tener que sentarse a hablar con el Real Valladolid para conocer su futuro, mero formalismo obligado por contrato, pues el final era previsible como el de la película ‘Titanic’.
Rubén de la Barrera ha crecido con el Real Valladolid Promesas, y este con él. De su mano, han debutado varios canteranos y muchos jugadores se han consolidado en la categoría de bronce, lo cual, dicho sea de paso, les ha permitido más encontrar una salida lejos de Los Anexos que cercana, en Zorrilla, pues trece de ellos se han marchado. Como ahora el técnico gallego hace para continuar con su trayectoria.
Bien por la morriña o el jamón, el técnico gallego vuelve a una casa que le era conocida, en la que trabajará con amigos, en un entorno en el que, quizá, encajará mejor que durante su estancia en Valladolid. Seguirá en Segunda B y seguirá en el grupo de Castilla y León. Tan cerca que la afición blanquivioleta podrá pulsar si de verdad, como muchos creen, su marcha –consensuada– es o no un error.