El Real Valladolid, enardecido por el talento del salmantino, apenas encontró resistencia en un Recreativo blando en la presión e inarmónico entre líneas
El Real Valladolid ha avanzado otro paso más hacia la consecución de su principal propósito: alcanzar la promoción con el mayor nivel de juego
y mejores resultados posibles. Pero, ante todo, Rubi camina en la dirección precisa para
activar
prácticamente a toda su plantilla y para
encender la exigencia y motivación de los teóricos suplentes.
futbolistascomo Samuel, Sastre y, en Huelva, Omar, han asumido una responsabilidad que, hasta el último tramo de campaña, se descargaba
sobre figuras casi intocables: Timor y Rueda. El entrenador de Vilassar es consciente de que el playoff, cada vez más cerca, exigirá la frescura anímica y física de un grupo amplio de componentes, máxime por la más que presumible baja
de Hernán Pérez y, menos clara, de Mojica.
La victoria en el nuevo Colombino proyecta varias conclusiones y análisis positivos que incluyen, en primer plano, la recuperación efectiva para
la causa de Omar Ramos. El canario fue titular en banda derecha, producto de la exigua preparación semanal de Hernán -por lesión- y de que, según ha dejado translucir Rubi, el interior zurdo es de su agrado. durante
el primer periodo, prorrumpió en maniobras asociativas que le motivaron a abandonar la banda derecha desde
la que partía y a juntarse entre la defensa de cuatro del Recreativo y sus dos mediocentros – en un 1-4-4-2 en defensa-. En el segundo tiempo, la función del ágil volante varió y acogió dosis de electricidad. La que debía complementar la parsimonia con la que el Real Valladolid, a lomos de un resultado muy favorecedor, vivía en su propio campo. Las conducciones de Omar favorecieron los contragolpes en los que se fundamentó el modelo de juego
de los blanquivioletas en la segunda mitad.
El Valladolid, por encima de todo, disfrutó la mejor versión de Óscar González. Desplegó su catálogo de gestos técnicos; desplegó el don diferencial que decantó el partido
en tres minutos. Primero, con una asistencia de tacón y, segundo, con el mejor gol del año, elevado a tendencia nacional en tuiter. Y generó peligro a espaldas de Dimas y Vázquez, en las oportunidades de que gozaban los pucelanos para batir líneas. El acierto en el pase de la dupla Sastre-Rubio insufló más poderío al juego
posicional del Valladolid antes del gol. El riojano descendía metros para urdir la salida de pelota en raso, mientras que el mallorquín trataba de abrir pasillos en zona ancha para poder progresar en tres cuartos con claridad.
desdeel principio, el conjunto de Rubi supo ubicarse sobre el terreno de juego
y, a pesar del intento de equilibrio de los onubenses por la banda de Pedro Ríos, se apoderó del mediocampo y dejó poco margen para
la reacción de los andaluces, incapaces de establecerse en el campo del oponente. Incapaces, tras el primer gol, de emitir señales de reacción. Al contrario, su dibujo se deshilachó, las distancias en la presión entre
los dos puntas y los pivotes se ampliaron y los espacios, en consecuencia, brotaron para beneficiar todavía más a Óscar González y a los extremos. El alma del Recreativo se fragmentaba en pequeñas porciones que ni pudieron recomponerse ni se esperaba que lo hicieran.
Tiempo para dar valor a las rotaciones
Foto: R. Valladolid
conel partido
resuelto, el Valladolid cambió su forma
de encarar la segunda parte
-a la postre ‘criticada’ por
Rubi-. Cesó en la intención de dominar el duelo a través de la pelota. Se empotró tras balón y esperó a cortar las jugadas ofensivas del Recreativo para
salir rápidos a la carrera de Mojica o a las conducciones de Omar Ramos. pero
, defensivamente, mostró altos niveles de concentración, reflejados en un achique que dejaba continuamente
en fuera de juego
a los delanteros onubenses.
Rubi preparó varios cambios, uno de ellos obligado -Rueda por el lesionado Marc Valiente- que exteriorizaron una
evidencia: quiere a todos sus atacantes alerta, confiados y preparados para
rendir en una
posible fase de promoción de ascenso. Por eso dio entrada en el 70’ a Pereira por Roger y, cinco minutos después, a Jeffren por Óscar. Aunque erraron en la definición, expusieron una actitud que convenció al entrenador pucelano y supieron compaginar sus roles en la mediapunta. Demostraron seguir girando en la ruleta conducida por Rubi, que comienza a tomar velocidad cuando
se advierten, al fondo, dos gigantescas bocanas.