Juanjo es uno de los jugadores del Real Valladolid Promesas menos habituales en el once de Rubén de la Barrera, pero ha aprovechado cada oportunidad que ha tenido

Polivalente a la fuerza. Eso ha venido a ser Juanjo esta temporada para el Real Valladolid Promesas. O quizá no tanto, ya que ya la campaña pasada se movió por todo el frente del ataque. Sin embargo, en la presente –la última de su contrato vigente–, ha tenido que retrasar su posición hasta el lateral y dedicarse más a la brega que al lucimiento.
Después del ascenso, en plena remodelación del plantel, pudo salir. El overbooking que presentaba el equipo en el ataque y la intención de seguir reforzándolo le puso en la picota, pero entonces apareció el lateral derecho como alternativa válida para su continuidad.
Y, aunque llegó como delantero y la posición le era desconocida, no ha dejado de cumplir en los minutos que ha tenido. No han sido muchos, debido a la dura competencia que ha tenido que afrontar en todo momento; primero por el nivel de Carmona, que ha llegado a disponer de minutos en el primer equipo, y más tarde por la irrupción de Deve.
Debutó en la novena jornada y no entró en el once hasta la undécima, en el duelo ante el Guijuelo. Fue su primera gran prueba de fuego, acompañando a Ramiro Mayor, Iván Casado y Brian Oliván en la zaga. Repitió en la doce y en la catorce, pero no volvió a aparecer de inicio hasta esta última jornada. Y hasta el duelo ante el Marino, no había jugado un solo partido completo.
Después de acumular 252 minutos en la primera vuelta, lleva en esta segunda 216. Sus apariciones, entre el encuentro frente al Guijuelo y el pasado, se redujeron. Alternó una racha de siete partidos sin jugar con varias intervenciones en el extremo, eso sí, en los minutos finales. En dos de sus cuatro titularidades fue sustituido al descanso, hasta que en la última por fin completó los noventa minutos.
En definitiva; no está siendo su mejor temporada a nivel deportivo. En lo personal, aunque ha encontrado apoyos fuera del campo, como en el CD Boecillo, donde entrena, tampoco ha sido un curso fácil. En el mercado de invierno se marchó su inseparable Juanmi, y lo hizo también Sekou, otro buen amigo. Pero, a pesar de haber vivido algún mal momento, siguió luchando.
La lesión de Xavi Carmona y la sanción de Deve, que venía ocupando en los últimos tiempos el lateral derecho, le abrió de nuevo las puertas del once ante el Marino de Luanco para que demostrase esa lucha. Mostró un gran empuje, aportó en lo físico y llegando desde atrás para provocar y fortalecer superioridades en ataque.
Sirvió a Guille Andrés el primer y único tanto del partido, pero, antes, se asoció con Javi Navas, con el que formó una sociedad perfecta que volvió, durante noventa minutos, locos a los defensas visitantes. Y demostró que puede cumplir, también en esa posición que antes le era ajena, con sobradas garantías.