El Real Valladolid vive la semana del ascenso, tras tener que disputar dos encuentros seguidos en los escenarios y rivales de los últimos logros: en Zorrilla ante el Alcorcón y en el Heliodoro Rodríguez López frente al Tenerife
Los aficionados blanquivioletas recuerdan desde la pasada jornada una de las mayores alegrías que cualquier aficionado al fútbol puede vivir. Ni es una Liga, ni una Champions; ni es Barça ni Madrid, sino Real Valladolid. El ascenso a la máxima categoría del fútbol español es algo con lo que se comienza a soñar, desde el momento en el que tu equipo cae al infierno.
El último en color blanco y violeta se produjo en el Nuevo José Zorrilla un dieciséis de junio de hace ya tres años. Enfrente, el mismo rival que visitó el mismo escenario el pasado domingo, la AD Alcorcón. Aquel día, el equipo dirigido por Miroslav Djukic empató a uno, resultado que le valía para que Valladolid volviera a ser de Primera.
Una semana más tarde, los pupilos de Rubi viajarán a otro estadio que se tiñó de alegría pucelana, el Heliodoro Rodríguez López. El veintidós de abril de 2007, un Pucela comandado por Mendilibar certificó su ascenso a Primera, con un incontestable cero a dos en campo tinerfeño.
La superioridad que se vio durante los noventa minutos fue la misma de toda la temporada. Víctor y Manchev marcaron los tantos que llevaron el éxtasis a toda una ciudad a ocho jornadas antes de finalizar el curso. Fue un ascenso a ritmo de récord, quedando primero en la clasificación y liderándola casi desde el principio, un año que hizo soñar una vez más a los vallisoletanos.
Hombres y nombres, que conseguían el anhelo de una ciudad que sintieron orgullosos del Real Valladolid. Hombres veteranos, como Víctor y Marcos, que con el pitido final no pudieron contener las lágrimas. Mientras, miles de aficionados se concentraban en los alrededores de la Plaza Zorrilla de la capital vallisoletana para celebrar el ascenso, algunos lo hacían en el propio Heliodoro. Trescientos aficionados vallisoletanos se desplazaron hasta la capital tinerfeña para volver a sentir el sabor de Primera en primera persona.
Álvaro Vivar se fue «a la aventura» con un amigo y recuerda que desde que llegaron, todo empezó a ser genial. Ellos estuvieron desde por la mañana animando a los jugadores en el hotel aunque lo mejor, explica, fue lo vivido en el campo. Tras el partido y los gritos de emoción, decidieron acercarse hasta el hotel donde se alojaba la plantilla pucelana junto con otros diez aficionados.
«Iñaki Bea nos dejó su colonia», comenta entre risas, «todo el día por ahí sin parar… imagínate». Una celebración espectacular que terminó en los asientos del mismo avión en el que se produjo el viaje de ida, pero, esta vez, con billete de Primera. Un viaje que no se olvida, ya que por cosas así, es «blanquivioleta hasta la muerte».
A Montse su infección de muelas no le impidió estar presente en Tenerife. «La gente de allí nos daba la enhorabuena por el ascenso antes del partido». Esa gente que pronosticó que el gol lo iba a marcar Víctor. Fueron otros compañeros, como Chema y Óscar Sánchez, que con la llegada del autobús al estadio, daban golpes al cristal para animar a la gente. «Éramos una piña con jugadores como Iñaki Bea, Óscar Sánchez o Víctor».
Una vez dentro y terminado el choque, una gran emoción hizo que Montse celebrara el ascenso más que contra el Alcorcón, como reconoce. Y tanto, que más. Tras aterrizar en suelo vallisoletano, fue a recibir al equipo a la playa y después a la Plaza Mayor. Y con las fuerzas que quedaran, la última al último bar. Ese brindis fue por Primera.
Iván tuvo un presentimiento y contrató el viaje a Tenerife en octubre: «Sabía que íbamos a ascender allí». Llegó el día antes y charló con el cuerpo técnico y los jugadores, que le hicieron sentir que «se ganaba fácil». Guarda muy buenos recuerdos, pues cree que el partido «fue nuestro», y eso le hizo no tener nervios.
«La temporada comenzó mal», explica, «pero en cuanto Mendi dio con la tecla se pudo ver lo que podía pasar». Recuerda que en los campos, la afición rival tenía al Pucela mucho respeto, siendo «el Madrid de Segunda», un auténtico equipazo. Quizás, a ello se deba la buena relación entre afición y jugadores, quienes en su opinión eran amigos de la afición blanquivioleta. «García Calvo, Iñaki Bea, Llorente, Víctor, Óscar Sánchez….Un grupo de diez».
Impresionante, como define, la fiesta posterior en el salón del hotel a la que fueron invitados por Suárez en agradecimiento a su fidelidad. Una fiesta que, de alguna manera, compensó la que Valladolid celebró en la Plaza Mayor y a la que ellos no pudieron llegar porque todavía, estaban en las nubes, volando hacia una ciudad que ya estaba en Primera.