El Valladolid ha logrado nada menos que ocho puntos en cuatro remontadas distintas, fruto de la casta y trabajo de los hombres de Djukic.
El Real Valladolid ha logrado nada menos que ocho puntos en las segundas partes en cuatro distintos encuentros de Liga en los que el resultado era adverso para los pupilos de Miroslav Djukic.
Varias teorias sobre este hecho se colocan sobre la mesa: Que en el plano físico los blanquivioletas están más fuertes, que los cambios del entrenador serbio son los idóneos para cada momento, que los jugadores pucelanos no se rinden hasta que el árbitro no señala el camino a las duchas…
Lo que está claro es que estas demostraciones de casta y garra gustan a la grada del Nuevo José Zorrilla, y que las sensaciones, al margen de que haya que nadar contra corriento, son muy positivas de cara al objetivo marcado de estar en los puestos altos de la clasificación.
La primera de las remontadas se dio en el propio feudo albivioleta, en el duelo ante el Elche. Los de Pepe Bordalás se fueron a vestuarios con el marcador a favor gracias a un tanto de Pelegrín al filo del descanso. Después de un primer periodo bastante mediocre, los hombres de Djukic salieron con otra mentalidad tras el intermedio y en apenas 20 minutos dieron la vuelta al choque, gracias a los goles de Sisi y Marc Valiente. De hecho, no solo remontaron, sino que el resto del partido fue de claro color blanquivioleta.
En la siguiente jornada el conjunto pucelano visitó una de las plazas más ds de la categoría, el Estadio de los Juegos Meditarráneos. El partido se puso cuesta arriba para los vallisoletanos por culpa del golazo de libre directo de Corona en la recta final de la primera mitad, si bien, una vez más, la charla de Djukic en el descanso sirvió para que el conjunto castellano saliese con una mentalidad renovada en la segunda parte. Ésta no fue suficiente para llevarse los tres puntos, pero después del asedio a la meta de Esteban, sí para que Javi Guerra lograse de forma agónica la igualada en el tiempo añadido, gracias a un buen centro de Mikel Balenziaga.
Una semana después, después de la caída en Copa, los vallisoletanos volvieron a viajar a tierras andaluzas, en este caso a Huelva para medirse al Recreativo. En este encuentro la épica fue mayor que en los anteriores, ya que el conjunto blanquivioleta no sólo tuvo que luchar para neutralizar la ventaja adquirida por los onubenses, sino que el penalty que sirvió al Decano para ponerse por delante provocó la expulsión de Tekio. Pese a jugar con un hombre menos, el Pucela reaccionó en la segunda parte, se hizo dueño del partido y, cuando faltaban diez minutos para el final, lograría el empate gracias a un cabezazo de Jesús Rueda.

El último caso, y tal vez el más especial, se dio este pasado sábado ante el Club Deportivo Numancia. Después de una buena mitad, cuando la segunda discurría sin un dominador claro, el canterano Felipe -debutante en competición liguera- introdujo un despeje en su propia portería y adelantaba a los sorianos.
Tras el varapalo, los de Machín pudieron incluso poner a la contra el segundo gol en el electrónico, pero poco a poco el Real Valladolid recuperó el dominio del encuentro gracias a la fe de un inspiradísimo Manucho.
A pesar de su coraje, el equipo se quedó apenas sin tiempo para reaccionar, pero entonces el angoleó se vistió de héroe para lograr la machada y los tres puntos. De sus botas nació el primer tanto vallisoletano, anotado por Jofre a pase de Javi Guerra en el 80′. Cinco minutos después sería el propio internacional con las ‘Palancas Negras’ el que certificaría la victoria pucelana, culminando una buena jugada nacida de una recuperación suya.
Son, pues, ocho los puntos logrados a la contra por el conjunto dirigido por el almirante Djukic. Ocho puntos que convierten en real el tópico que dice que hasta el rabo todo es toro, y que ponen de manifiesto la inquebrantable fe del equipo blanquivioleta, un equipo que tiene aún un amplio margen de mejora, pero que mientras pule sus defectos, por más que le golpeen, jamás cae a la lona.