Rubi decidió incluir a Sastre para dar equilibrio al ataque estático del Real Valladolid frente al 5-3-2 del Girona, mientras Mojica tornaba en vertical un dominio, por momentos, opaco

En ocasiones, suele ocurrir que uno cree saber más de lo que realmente conoce. Piensa que las cosas suceden por unos motivos que, cuestionados, se revelan distintos. En fútbol, el entrenador siempre va a controlar los entresijos de su plantilla mejor que cualquier analista o periodista; y, en muchos casos, ejerce como profesor y desvela su estrategia una vez ha terminado el encuentro para alimentar el conocimiento colaborativo.
El entrenador del Real Valladolid, Joan Francesc Ferrer, Rubi, detalló en la rueda de prensa posterior al triunfo sobre el Girona las causas que lo habían llevado a decantarse de inicio por uno de los mediocentros menos utilizados hasta el momento: Lluís Sastre. El técnico explicó que el volante balear es, muy probablemente, el jugador más dinámico en franja ancha, atributo que le confiere la posibilidad de ejercer diversas funciones que pueden redundar en beneficio ante determinados oponentes.
En concreto, Rubi concluyó que, ante una defensa de cinco como la del Girona, sus laterales debían escalar varias alturas para atacar la teórica superioridad numérica del rival en la última línea, que agregaban a su red de tres defensores –Ramalho, Richy y Lejeune– a los carrileros Cifuentes –en la marca con Mojica– y a Juncà.
Las acciones de ataque estático del Valladolid, repetidas durante la práctica totalidad del encuentro con la estimable excepción de los primeros quince minutos del segundo tiempo –los de más nivel ofrecido por el Girona–, empujaban a los laterales pucelanos a poblar la zona de influencia de los extremos y, a estos, en especial a Bergdich, a buscar espacios interiores para agitar la defensa posicional del Girona.
Así, abrían huecos a sus espaldas que alguien debía ocupar. El taponador. Sastre. Su faceta para mantener activa la presión en fases prolongadas de partido le facilitaba la función, creía Rubi, de ser tanto organizador con balón como estabilizador sin él.
El primer periodo transcurrió con la iniciativa de parte del Real Valladolid, que chocaba continuamente con el bloque albirrojo, al que apenas le robaba ocasiones claras de gol más allá del penalti errado por Díaz y el gol sin ángulo inventado por Mojica, el velocista y actor principal del ataque vallisoletano desde la banda izquierda. Control, ajeno a la distensión y, también, al avasallamiento. El Valladolid se imponía por la genialidad técnica de sus jugadores, aunque no exhibía una superioridad tan evidente sobre la cancha.
Girona, desatado; Jeffren, el agitador
El Girona salió de los vestuarios con otro aire. Desatado, encadenó tres ocasiones claras para equilibrar el marcador. Obtenía facilidades para llegar al área de Varas, donde Sandaza y Felipe Sanchón se acercaban al gol. El impulso gerundense empequeñecía la ambición del Valladolid por marcar distancias. Pero aguantó, como ha soportado en todos sus partidos menos en El Molinón. Entonces, el conjunto blanquivioleta comenzó de nuevo a ganar espacio y tiempo. Rubi dio entrada a Jeffren por un nublado Óscar Díaz.
El interior se desempeñó como nueve que esquivaba la referencia, ya que mostró tendencia hacia zonas más atrasadas para tener contacto con la pelota y sacar provecho de su movilidad. El experimento volvió a percibir cambios con la inclusión de Timor en lugar de Bergdich. Jeffren volvía a la banda, la derecha, Óscar se convertía en el punta y Sastre transitaba como enlace entre los dos pivotes, Timor y Leão.
Naturalmente, el esquema se movía al ritmo que querían sus mediapuntas. Jeffren se juntaba con Óscar González, quien, a su vez, se acercaba a los mediocentros para ampliar las circulaciones de pelota y ejercer de lanzador. Y Mojica estiraba por la izquierda. Jeffren marcó un gol legal, trazó una vaselina que chocó con el palo y tuvo que aceptar la anulación de otro tanto tras un controvertido fuera de juego.
A pesar del dominio final del Real Valladolid, encajó un gol a escasos minutos de la conclusión que mantuvo alerta a los jugadores blanquivioleta. Pero volvió a ganar gracias, por un lado, a un taponador, y por muchos, a un velocista.