El Real Valladolid Promesas se enfrenta a su tercera etapa en la Segunda División B con unos números que mejoran los anteriores registros

El primer ascenso del Real Valladolid Promesas a la Segunda División B se logró en la temporada 1990/91, con Pepe Pérez García. Se mantuvo durante nueve campañas consecutivas en la categoría, hasta que, con el cambio de siglo, volvió a Tercera, donde estuvo hasta el final de la 2004/05, cuando se produjo el segundo ascenso. Esa segunda etapa del filial en la categoría en la que ahora milita se prolongó durante cuatro años, hasta 2009.
Javier Torres Gómez fue en entrenador en la 2013/14, que finalizó con el ascenso en Somozas, el que cogió el glorioso testigo de Alfredo Merino, último entrenador ascensor. Pese al salto de categoría, Javi Torres cedió su puesto en el banco a Rubén de la Barrera, en un déjà vu, por lo tanto, de lo que ocurrió aquel último verano alegre, en el que Onésimo Sánchez sustituyó a Merino.
En la primera temporada del técnico vallisoletano en el banquillo del filial, se cumplieron los objetivos y se superaron las expectativas. El Real Valladolid Promesas terminó la temporada en un meritorio décimo puesto y consiguió la salvación con el suficiente tiempo para que el miedo no se apoderara de la grada de Los Anexos.
Una vez transcurrido el primer cuarto de competición, los de Onésimo sumaban en su casillero doce puntos, a razón de sus tres victorias y tres empates. En ese lapso, marcaron doce tantos, mientras que sufrían en defensa, pues encajaron en diez partidos quince dianas. Curiosamente, al concluir la décima jornada la tabla reflejaba la situación contraria a la actual, la Cultural Leonesa superaba por un único tanto al Real Valladolid B.

Sin embargo y a pesar de los resultados obtenidos y del juego mostrado, la directiva volvió a llamar a Alfredo Merino para que se hiciera cargo del filial durante la 2007/08, y de nuevo se logró la permanencia, al acabar decimosextos. En las mismas diez jornadas ligueras, el Promesas sumaba en su casillero tres victorias y dos empates. Los problemas en defensa se apaciguaron, con diez tantos encajados, aunque el olfato goleador —siete goles a favor— se perdió en el transcurso del verano.
Paco de la Fuente se sentó en el banquillo la siguiente temporada en la que terminaron en la decimocuarta posición. Concluida la décima jornada, el Promesas ocupaba puesto de descenso –decimoctavo–, con once puntos en su haber. La liga resultó ser mucho más apretada que la anterior a pesar de acumular las mismas victorias y empates, tres y dos, respectivamente. Similares fueron también las estadísticas en ambas porterías con seis goles a favor y diez en contra.
Después de un mal arranque, a las órdenes del hoy entrenador del Juvenil B, Onésimo Sánchez volvió a dirigir al filial vallisoletano un año después –ya en el grupo I–, intentando contradecir aquello de que segundas partes nunca fueron buenas. Y no tuvo suerte, pues aquella temporada, la 2009/10, fue la última en la categoría de bronce. Quizás ya se veía venir después de que tan solo sumaran cinco puntos de los primeros treinta posibles, con una única victoria y dos empates, y de encajar trece goles por los cinco logrados a favor.
Años después, el ahora Promesas de Rubén de la Barrera vive cómodo en la sexta posición con dieciséis puntos, logrados gracias a las cinco victorias y el empate cosechado. Se destapa, además, como un conjunto goleador (diecisiete dianas), aunque tiene la asignatura pendiente de la defensa (catorce tantos en contra). Vamos, que cualquier tiempo pasado fue peor.