El gol del Sporting en El Molinón provocó que el equipo no probase a jugar con tres centrales, como pretendía Rubi, y que en la banda derecha se volviera a ver un doble lateral

Cuando Marc Valiente pisó el pasto de El Molinón, la realización de televisión mostró con claridad cómo daba indicaciones a sus compañeros para formar una defensa compuesta por tres centrales –él mismo, Chus Herrero y Samuel Llorca– y dos carrileros largos, el canterano Carmona y el colombiano Mojica. Sin embargo, una buena presión rojiblanca provocó que este perdiera un balón y que el test se fuera por el sumidero. «Not in my house», pareció gritar Jony cuando marcó, como si su gol fuera un pincho de merluza de Dikembe Mutombo.
No obstante, sí se vio algo distinto, o quizá no tanto: que el Real Valladolid jugase con doble lateral por el costado diestro. La defensa siguió siendo de cuatro y Chus Herrero pasó del central derecho a jugar más cerca de la cal, mientras que Carmona adelantó su posición al interior; no tanto extremo.
¿Por qué no? Pues por la altura a la que arrancaba a la hora de atacar. Lo hacía más en cerca de la línea que separa el campo en dos mitades que en la zona de tres cuartos, allí de donde suele partir Jeffren y de donde lo hacía, orientado hacia dentro, Alejandro Alfaro, que le dejaba a él la línea de cal.
El concepto –si es que se le puede llamar así– de doble lateral tiene un padre relativamente reciente, o por lo menos un tío –con pasado blanquivioleta–, Gregorio Manzano, que lo utilizó en el RCD Mallorca con frecuencia, con Leonel Scaloni y Fernando Varela en el mismo perfil que Rubi en El Molinón. Más recientemente, en el Valencia también fue un recurso por el lado siniestro, con Jordi Alba y Jeremy Mathieu.
¿Por qué no es tan distinto? Porque, con matices, ese dibujo ya se ha visto con Rubi en Valladolid; más concretamente el tiempo en que han coincidido Peña y Mojica sobre el césped. En cambio, ¿qué pasa cuando juega Bergdich con Peña? ¿Es lo mismo? Pues no, porque Bergdich arranca siempre como extremo, abierto en tres cuartos, más alejado de la salida de balón de lo que se pudo ver a Mojica ante el Mallorca.
¿En qué se convirtió el Pucela cuando Omar salió del campo? En un 4-4-2 que acabó siendo asimétrico con la retirada de Omar, en el que ‘El Correcaminos’ tenía para sí todo el costado izquierdo y por dentro mezclaban Alfaro y Óscar Díaz, el delantero descolgado que durante unos pocos minutos acompañó a Roger. ¿Pudo ser un 4-2-3-1? Sí, pudo. Porque esa asimetría radicaba en que Alfaro partía de una mayor altura que Carmona, casi a la misma que Óscar Díaz primero y González después, cuando este sustituyó a ‘Billy el Niño’.
En definitiva, el dibujo del Real Valladolid, durante la última media hora, fue líquido. El test se frustró, en la medida en que no se pudo probar un esquema formado por tres centrales y dos carrileros, aunque se vieron matices que mantuvieron al equipo a caballo entre lo que de inicio había sido y lo que a Rubi le hubiera gustado que fuera al final.
5-3-2, el sistema de moda
El dibujo que Rubi quería poner en práctica en la última media hora se ha puesto de moda a raíz de su buen uso por parte de varias selecciones mundialistas. La Holanda de Van Gaal, la Chile de Sampaoli (heredera de la de Bielsa), México, Costa Rica e Italia (reflejo de la Juventus) buscaron sus objetivos con un sistema novedoso, fortalecido en la parcela central –lo que permite el orden y el control– y que aprovecha la velocidad de sus exteriores para buscar la contra.
Como hemos comentado, el gol de Jony impidió que se pudiera ver cuál era la idea de Rubi, aunque parece que Marc Valiente se habría incrustado entre Samuel y Herrero –abiertos– para favorecer una salida limpia de balón y Mojica y Carmona habrían tenido mayor libertad para ganar la línea de fondo gracias a que los hombres que tenían por delante desaparecieron para aproximarse al carril del diez.
En el medio, el más capacitado para obrar como regista era Sastre, si bien era él el llamado a ser el mediocentro posicional. David Timor y Alejandro Alfaro, por su parte, serían los trequartistas, gracias a su capacidad de disparo y de asociación y, arriba, los Oscars dividirían a la defensa a lo ancho o a lo alto, añadiendo presencia y/o llegada.
El objetivo de la prueba, además del manejo de una nueva variante táctica, era tejer una tela de araña interior en la que se enredasen los atacantes rivales y, a la vez, que permitiera al equipo atacar rápido por fuera para culminar por dentro; llegando, principalmente, más que estando, toda vez que este dibujo permite la activación de varios frentes de ataque, como uno podría percibir visionando un partido de la Chile de Bielsa, que acababa siendo una suerte de 3-3-3-1.
En esta, los tres centrales ocuparían la primera línea, la trasera, reforzando la parcela defensiva, en la segunda se vería al mediocentro posicional acompañado del organizador y un carrilero o bien de los dos y en la tercera el trequartista restante junto al otro hombre de fuera o los dos de tres cuartos más el punta descolgado. En clave blanquivioleta, habría sido algo así: Varas; Samuel, Valiente, Chus Herrero; Sastre, Carmona y Mojica o Timor; Mojica o Timor, Alfaro y Óscar; y Óscar González.
La pregunta que cabe hacerse es, ¿volverá Rubi a intentarlo?