La pretemporada del Real Valladolid Promesas ha terminado con cuatro victorias, dos empates y una derrota, resultados que nada tienen que ver con la preparación del Guijuelo de Rubén de la Barrera el pasado curso

Las comparaciones en el mundo del fútbol están a la orden del día y aunque no sean la mejor manera para analizar el ‘deporte rey’ ofrecen una perspectiva al aficionado de lo que podrá encontrarse. En ese mismo sentido se encuentran las pretemporadas, que tampoco son un indicativo de lo que será el año futbolístico, pues en el once contra once no siempre ganan los mejores.
Que lo importante no es como se empiece, sino como se acabe. Y que, como dijo Pep Guardiola, «el fútbol no se sabe cómo acaba, pero siempre comienza con una pelota».
Y esa ya va a echar a rodar en los partidos del Promesas con un Rubén de la Barrera que se enfrenta a su segunda temporada en la categoría de bronce, tras haber cuajado una gran temporada con el Guijuelo, pese a que durante su pretemporada dos igualadas y tres derrotas bien pudieron hacer presagiar un mal año futbolístico. O el que a orillas del Pisuerga podrían predecir como bueno si valoran las cuatro victorias, dos empates y únicamente una derrota de la pretemporada del filial.
Lo que mal empieza, bien acaba
Comienzo difícil el de Rubén de la Barrera, que se enfrentaba a su primera temporada en la Segunda División B en el banquillo del Guijuelo. Se hizo cargo de un equipo que se había salvado del descenso de categoría ‘in extremis’ y a base de buen fútbol logró asentarlo en las posiciones altas de la tabla.

Llegó a colocar como líderes a los suyos y al final del campeonato se clasificó para el play-off de ascenso a Segunda, donde el Leganés consumó su ascenso a la Liga Adelante. Vaya, que, como ya se ha dicho, la cosa no era como se empieza, sino como se acababa.
El camino de preparación del conjunto del técnico gallego comenzó el 31 de julio en el campo segoviano de El Hospital, donde el Guijuelo cosechó un empate sin goles en su primer amistoso de la pretemporada ante La Granja –equipo de Tercera División–, en un duelo correspondiente a la Copa Castilla y León. Rubén de la Barrera aprovechó el encuentro para dar minutos a la mayoría de sus jugadores, que vieron como el partido se decantó a favor del conjunto segoviano en la tanda de penaltis por tres a uno.
Días más tarde jugaron en Las Salinas su segundo partido, ante el Tordesillas y cosecharon su primera derrota. Un contundente tres a cero dejó sin posibilidades a un Guijuelo que saltó al terreno de juego sin jugadores como Borja Plaza, Ballesteros, Palomi, Esteban Griñón o Ángel Martínez. Lejos de levantar el vuelo, los resultados seguían sin llegar, e incluso empeoraron tras el tercer amistoso.
El Estadio Adolfo Suárez acogió el siete de agosto el enfrentamiento contra el Real Ávila. Enmarcado dentro del noventa aniversario del equipo de la ciudad amurallada, el encuentro sirvió para que Rubén de la Barrera viera sobre el césped a los jugadores que se encontraban a prueba así como a los del filial que se llevaron un cuatro a cero de la ciudad amurallada.
El segundo empate llegó contra el Cacereño, ante su afición, que vio cómo a pesar de que su equipo fue dominador del encuentro, no supo plasmar esas sensaciones en un electrónico que acabaría reflejando un uno a cada lado. Pese que habían previsto otros dos amistosos, solamente se llegó a disputar el quinto, en la localidad cacereña de Arroyo de la Luz. La derrota por la mínima fue lo menos doloroso de un encuentro en el que hubo varias lesiones que, a la postre, no impedirían a los salmantinos llegar a sumar quince victorias consecutivas, forjadas sobre un fútbol de campanillas.
Buen inicio

El filial del Real Valladolid que dirige Rubén de la Barrera se lleva de la pretemporada el sabor de la victoria, del empate y de la derrota. En el primer partido amistoso de pretemporada ante el Villaralbo firmaron un empate a uno, en la segunda prueba vencieron al filial del Numancia por uno a dos y a la tercera fue la vencida; tocó derrota, por la mínima ante el filial del Atlético de Madrid, la única que han sufrido.
De los empates cosechados se saca la conclusión de que el técnico gallego les ha preparado para competir, incluso encontrándose por detrás del marcador; para remar a contracorriente y tratar de remontar, algo que en una ocasión debieron y pudieron hacer.
Fue el caso del enfrentamiento ante el Coria, en la localidad extremeña, un encuentro en el que Teto y Toni se erigieron protagonistas al neutralizar dos goles hasta lograr el empate a dos final.
En el Trofeo Diputación, que se ha celebrado esta edición en Rueda y que ha llevado al Promesas a reeditar el título, se vieron ocho goles a favor y dos en contra, en la final, ante el Mojados. Esta ha sido la última prueba de fuego para Rubén de la Barrera y sus jugadores antes de que el balón eche a rodar el sábado en Astorga, después de completar una pretemporada que, por resultados, no puede recibir más que una buena calificación.