En ocasiones uno sólo se acuerda de alguien cuando se le echa de menos por no estar presente. Quizá más de un aficionado blanquivioleta ayer pudo pensar lo mismo al faltar de la alineación titular el brasileño Diego Costa. Lejos de que la sanción del delantero fuese la causa de la derrota del Valladolid en Getafe, lo cierto es que la falta de puntería de los hombres de Mendilíbar sí que fue clave para que el Pucela saliese de vacío del Coliseum Alfonso Pérez.
Esto no tiene que llevar necesariamente a condenar a Alberto Bueno, sobre quien hoy recaía la responsabilidad ofensiva del equipo, pero tampoco nos debe conducir a engaños. El Pucela, aunque sólo se aprecie a ratos, conserva indelebles los rasgos que le imprimió Mendilíbar desde el día de su llegada. Sin embargo, su fondo de armario no le permite lucir las mejores galas más que en contadas ocasiones. Hoy, desde luego, y pese a la buena predisposición del propio Bueno, no ha sido una de ellas.
Entre otras razones, por su falta de ritmo y, también, porque ha sido tarde de porteros. En ambas áreas. Por un lado, Codina se encargó de despertar a los suyos y de mantenerlos vivos en el choque desbaratando sendas aproximaciones de Jonathan Sesma. Si bien en la segunda contó con la inestimable ayuda de David Cortés.
En el otro extremo del campo, Justo Villar hizo honor a su condición mundialista y no le fue a la zaga al canterano madridista. Primero en una falta envenenada que botó Pedro León y, más tarde, mediada la segunda parte, cuando sacó una mano prodigiosa para rechazar un remate de Roberto Soldado.
Y, en segundo lugar, porque Michel –a pesar del «marrón» de tener a su hijo en nómina– puede presumir de tener efectivos para todo tipo de situaciones. Eso se ha notado en el devenir del choque ya que tras el intercambio de golpes que había sido el encuentro a lo largo de 70 minutos, la entrada de Javi Casquero al campo en sustitución de Parejo contribuyó a que el Getafe llegara más entero al tramo final de partido.
Entre el talaverano y Manu del Moral se encargaron de fabricar el único gol que, a la postre, dio los tres puntos a los azulones en un remate inapelable del centrocampista que se coló por la escuadra.
A pesar de haber estrenado recientemente el 2010, la vida sigue igual a orillas del Pisuerga. El Valladolid comienza el año con derrota y con la sensación de que la liga –pese a entreverse ya el final de la primera vuelta– volverá a antojarse tan larga como en anteriores temporadas.