Muchos aficionados del Valladolid no valoran a ‘Heartbreak Nine’ como deberían. Su imagen de hombre frío y distante parece pesar más que su intachable trayectoria

«No podemos perdernos el uno al otro y dejar que este glorioso amor acabe en nada», rezaba una de las cartas que Daisy Buchanan le escribía a Jay Gatsby a principios del Siglo XX.
Ambos recordaron años después aquellas letras sobre una de las camas de la extraordinaria mansión que tenía Gatsby en Long Island. Daisy leía con voz dulce, como si el recuerdo de lo que fue estuviese todavía en su piel. Segundos más tarde, Gatsby mezclaba besos con instantes bélicos en su imaginación.
La sensación que queda es que nunca disfrutamos el presente y tiempo después nos arrepentimos. Extrapolado al fútbol, la situación de Javi Guerra puede sonar similar. Héroe en un ascenso y en la historia del Real Valladolid por su enorme contribución goleadora, el ‘nueve’ blanquivioleta no termina de enamorar a un sector de la afición.
En un deporte en el que la imagen y el populismo barato lo son casi todo, un futbolista con aire taciturno y controvertido no parece estar bien visto. El circo mediático en el que se ha convertido el fútbol invita a olvidarse de la pelota y centrarse en aspectos que poco o nada tienen que ver con ella.
Javi Guerra lleva trece goles esta temporada y más de setenta desde que aterrizó en Valladolid en verano de 2010. Los números despejan cualquier discusión y deberían elevar al malagueño a la categoría de leyenda. Pero no a orillas del Pisuerga.
En Zorrilla se escuchan voces críticas que achacan al ariete su falta de continuidad en la presión o la apatía que muestra en muchas jugadas. Su labor es hacer goles, pero qué más da. La cuestión es golpearlo verbalmente. Parece que Guerra se examina domingo tras domingo sin que su trayectoria pueda echarle una mano. Es un jugador sin pasado.
Jay Gatsby y Daisy Buchanan abrieron muy tarde el regalo que ellos mismos tenían entre manos. El final, trágico, estuvo acompañado por el silencio de un adiós tan inevitable como doloroso. Javi Guerra y el Real Valladolid romperán, sin tanta tragedia, su unión. Y el arrepentimiento aparecerá años -o incluso meses- después.
Lo peor de todo es que el final de esta historia se acerca a gran velocidad. El ‘nueve’ del Pucela, cuestionado hasta por mirar de frente en lugar de hacerlo de reojo, dirá adiós y, salvo sorpresa, se irá por la puerta de atrás. Solo la memoria permitirá que Guerra, en el futuro, sea recordado como un delantero extraordinario.
«Jay, quisiera haber hecho todo contigo».