El Real Valladolid sigue sin cerrar la herida que se abrió en agosto. La afición duda entre pensar que la salvación está cerca o lejos
Pocas veces tuvo un sabor tan agridulce salir del descenso. El cero a cero ante el Valencia permite al Real Valladolid abandonar la zona roja de la clasificación, pero las sensaciones ofrecidas aportan más dudas que certezas sobre un equipo que no termina de encontrar la regularidad necesaria para dar un salto casi definitivo en sus aspiraciones.
El Valladolid tiene una herida abierta desde el mes de agosto y no ha sabido cerrarla. Hasta el momento, lo único que impide que se desangre es una serie de puntos de sutura cuyo valor parece demasiado provisional. Empates, trece, que no curan. No hay nadie mejor en ese aspecto.
De los últimos seis partidos en Zorrilla, cuatro han terminado en empate. Elche y Rayo Vallecano, equipos implicados en la lucha por evitar el descenso, se llevaron un valioso botín de Pucela. Curiosamente, a orillas del Pisuerga se vendió como un buen resultado ambas igualadas.
Asusta la sensación de conformismo que existe en el entorno blanquivioleta, como si morir agónicamente fuera menos doloroso que desangrarse antes de tiempo. En vez de huir de la quema a toda velocidad emulando a Esperanza Aguirre, el Valladolid se mantiene en ella y anuncia, casi sin quererlo, un final de temporada no apto para corazones débiles.
Corazones, que diría Anne Igartiburu, que ya notan ese gélido miedo en pleno mes de abril. Se vio en los jugadores, realizando, ante el Valencia, un fútbol primitivo basado en intentar encontrar por alto a Manucho y Javi Guerra cuando el partido pedía calma y serenidad. Acertó JIM quitando al angoleño para dar entrada a Bergdich, buscando más velocidad en las transiciones y situando a Óscar –¡por fin!– en la mediapunta. Sin embargo, los futbolistas, congelados mentalmente, no aprovecharon la circunstancia. Ni siquiera Óscar, desacertado y lejos de su mejor nivel, estuvo a la altura del envite.
La situación es complicada. Al igual que en ‘La vida secreta de Walter Mitty’, ha sido la rutina la que ha conducido a una situación fuera de lo normal. No sabemos a qué jugamos ni intuimos qué puede pasar en el próximo partido, ya que el día a día ha sembrado incertidumbre en un Valladolid enredado en su propio ADN. Lo que sí tenemos claro es que #creemos. Esperemos que la herida cicatrice antes de mayo.