Un inoperante Real Valladolid sucumbe ante la Real Sociedad desaprovechando sus ocasiones, sobre todo a balón parado
El dicho de “mejor parecer tonto callado, que abrir la boca y demostrarlo” pudo aplicarse al Real Valladolid este pasado jueves en Anoeta en su enfrentamiento con la Real Sociedad de Jagoba Arrasate. Este equipo, la Real, dio una de sus imágenes más pobres de toda la temporada, y de inicio no dispuso de hombres tan importantes en su esquema como Aguirretxe o Xabi Prieto.
Sin embargo, el Real Valladolid no fue capaz de sumar un solo punto en su visita a San Sebastián. El cuadro que dirige Juan Ignacio Martínez demostró ser un equipo bastante impotente, que quiere -cuando lo hace-, pero que no puede. Evidenciamos de esta manera lo “tontos”, entiéndase el símil, que podemos llegar a ser de cara a puerta.
El no sumar un solo gol en el casillero es ya prueba suficiente de cómo se manejó el Real Valladolid en Anoeta, pero hay un dato significativo, a la vez que preocupante, que marca muy bien la línea del equipo en este encuentro. El Pucela dispuso de la friolera de once saques de esquina, en los que no logró inmutar a Claudio Bravo en ningún momento.
Sin duda alguna, este es el detalle que mejor ilustra la impotencia del Real Valladolid frente a la Real Sociedad. Algunas veces, muchas, fue el deficiente centro al área; otras, el poco acierto a la hora de encarar el remate. Todo ello, sin contar las ocasiones en las que el estéril saque en corto no propició peligro alguno. Lo más irrisorio de este dato es que no se consiguió un solo remate franco pese a haber ganado el 61’8 % de los duelos aéreos durante el resto del choque.
La impotencia en este apartado del juego no es precisamente la característica del Real Valladolid, ya que, a bote pronto, recordamos goles de Javi Guerra, Osorio o Marc Valiente tras saque de esquina. Por ello, y por evidente, se hizo más sangrante la no presencia de Manucho en el campo. El no ingreso del angoleño, segundo y último delantero en la convocatoria, parece ser un error grave, teniendo en cuenta el peligro que «el armario de ébano” conlleva en las jugadas a balón parado.
La ausencia de Manucho en el encuentro evidenció aún más la impotencia del equipo blanquivioleta. No obstante, dos fallos de Óscar, uno en un mano a mano, dejaron al desnudo las carencias de un Real Valladolid que se marchó de San Sebastián sin rascar un mísero punto pese a haberlo merecido. Pero en el fútbol, como en tantas otras facetas de la vida, hay que estar acertados, hay que meterla.