Alberto Bueno se ha reencontrado en Vallecas con la mejor versión de sí mismo y se ha convertido en un jugador importante para Paco Jémez
Alberto Bueno Calvo, querido por muchos, despreciado por tantos en Valladolid. No le quedó otra alternativa que agarrar las maletas este verano y buscar mejor destino. Y la evidencia, hoy por hoy, dice que lo ha encontrado. En Vallecas el madrileño ha conseguido alcanzar su mejor fútbol, Jémez le ha dado la importancia que no consiguió nunca en la Avenida del Mundial 82, y a raíz de ello ha respondido aportando su calidad al servicio del equipo, que como bien se sabe no es poca.
Como muestra, un botón. Bueno está completando su mejor temporada como profesional, en la que acumula por el momento –y con diez partidos por delante todavía– ocho goles y veintiuna titularidades con la camiseta del Rayo, solo en Liga.
Si bien su mejor marca está en veinticinco alineaciones con el Derby County en la 2010/11, sí que ha batido su marca personal de muescas en su revólver, ya que su mejor año fue el del último ascenso del Valladolid, donde hizo siete dianas.
¿La conclusión? Es obvia. La decisión de abandonar Zorrilla ha sido la mejor que ha podido tomar el jugador. Y él es perfectamente consciente de ello, sabiendo los problemas que le lastraron con la camiseta blanquivioleta. No le importa reconocerlo en sus círculos cercanos.
A fin de cuentas, sus tres temporadas en Valladolid, con el ya nombrado paréntesis en Inglaterra, fueron un constante tormento por parte de aficionados, entrenador y directiva, ya que la manguera capaz de soltar chorros de calidad tan solo los expulsaba en contadas ocasiones. Y no era la irregularidad su mayor problema, sino el precio del artilugio.
Su maldito sueldo. Una losa que le pesó durante todos esos años, uno tras otro, desde que firmara allá por 2009. La cuestión es que de los muchos entrenadores que tuvo en Zorrilla, no terminó de convencer definitivamente a ninguno. Mendilibar, Onésimo, Clemente… y después Djukic. Con el serbio llegó a tener serias discusiones, lo cual no hacía mucho por alargar su estancia en el vestuario albivioleta.
Y aún así, el jugador tomó más o menos la iniciativa y firmó unos números aceptables, pese a pasar alguna que otra pretemporada excluido del grupo, posiblemente el peor hecho al que puede enfrentarse un jugador de fútbol profesional. El año pasado, cinco goles. Hace dos, en el mencionado ascenso, siete. Aprobado, cuanto menos.
Ahora la pregunta es cuál es la causa que ha hecho que Alberto Bueno, el incomprendido, haya terminado de despuntar en Vallecas. Quizá el entrenador, a lo mejor los compañeros, quién sabe si la suerte o, simplemente, una mezcla de todo. Probablemente la última. Pero la única realidad es que el madrileño llega en el mejor momento de su carrera, en racha tras hacer dos goles en sus dos últimos partidos y Valladolid, donde tiene cuentas pendientes, está en medio de su camino.