El Real Valladolid edificó su victoria ante el Villarreal en un gran trabajo defensivo de todo el equipo, en especial de la pareja de centrales

Con el 15 a la espalda, Mitrovic. Esta debería haber sido la noticia en la previa más inminente antes del partido frente al submarino amarillo. Sin embargo, los caprichos de un alemán, de cuyo nombre no quiero acordarme, dejaron en mera anécdota un hecho tan destacable como el que la última incorporación de un equipo salte como titular, con apenas dos entrenamientos con el resto del grupo, en un partido tan trascendental.
-¿Y qué número lleva? -La niña bonita si no me falla la vista, aunque de niña nada, pues con ese 1.90 y esas barbas parece más un talludo hombre.
En cualquier hipotético 1-0 que se produzca en casa, la defensa siempre será uno de los aspectos a destacar. Cierto es que en muchas ocasiones ese resultado viene dado por un día aciago de los delanteros rivales, una gran actuación del portero local, un rácano partido visitante… pero, esta vez, en Zorrilla se vio un equipo que defendió como si la vida le fuera en ello, y, siendo sinceros, en gran parte así era.
El bloque de Juan Ignacio Martínez se mostró como un conjunto con el suficiente empaque como para luchar en Primera División. Con la determinación de ir a por cada balón, a por cada disputa. El trabajo defensivo en el medio del campo fue excelente, y no podría ser de otra manera cuando dejas a un equipo como el Villarreal con pocas opciones a la hora de mover la bola de un lado para otro.
Cuando por fallos individuales o aciertos contrarios, gente como Gio o Moi Gómez, quienes eran capaces de internarse y buscar opciones, conseguían despistar a su marcador, acababan por sucumbir ante la suficiente eficacia y contundencia de la defensa blanquivioleta. Y si por despiste de Peña o desmarque de Uche, el africano se plantaba ante Mariño, ahí estaba el vigués para evitar el gol de quien tuvo a bien dejarlo venir a orillas del Pisuerga.
Una defensa espectacular, cual tarta nupcial. Al casamiento del ya citado Mitrovic con la grada blanquivioleta fue Rueda quien puso la guinda con su primer gol en Primera División. Los dos centrales fueron los mayores artífices de una victoria colectiva, y no dudaron en abrirse la cabeza por su equipo, algo que la afición siempre pide a gritos.
Una defensa del quince: tanto por el número de la camiseta del nuevo, de Mitrovic, como por los puntos cosechados hoy por Jesús Rueda, doce de sutura en la cabeza y tres más para el casillero particular del Real Valladolid.