El Real Valladolid vuelve a caer fuera de casa encajando cuatro goles por cuarta jornada consecutiva

En los últimos cuatro partidos fuera de casa, han ninguneado al Real Valladolid. Tan cierto y verídico como la vida misma, y los resultados ahí están. Lejos de poder decir que todos los rivales eran superiores, no queda ya ningún clavo ardiendo al que aferrarse, y parece ser más que evidente que la defensa de este equipo está cogida con pinzas.
Si la primera debacle de esta serie puede ser asumible perfectamente, ya que caer goleado en el Santiago Bernabéu parece ser una obligación, y más en las circunstancias de este equipo, la derrota en Barcelona por 4-2, pero no antes blaugranas, sino frente a pericos, queda fuera de toda disculpa. Aquel día se achacó todo a los fallos propios, y al acierto del Espanyol, como si Víctor Sánchez no se hubiera movido como un todoterreno por el césped de Cornellá, como un 4×4 que tan pronto robaba la pelota como hacía gol. Las multiplicaciones cuádruples empezaban, ya por entonces, a asomar y a cuadrar.
La comparación de Víctor Sánchez con un 4×4 no es única, y se podría aplicar también a otros cuantos que desde el medio del campo han consumido al equipo pucelano como el mayor de los crossover. Sirva como ejemplo el partido de Iturraspe de ayer mismo, quien hizo y deshizo sin importarle demasiado que el Real Valladolid agolpara una legión de centrocampistas. Y es pertinente señalar a este tipo de jugadores porque el próximo rival es el Villarreal, quien cuenta con un jugador como Bruno Soriano, capacitado para volvern a descuadrar todo el esquema en el centro del campo, y para volver a colocarn el cuatro en el marcador, aunque esta vez sea en casa.
Dejando a un lado el 4-0 de Granada, que no merece ninguna valoración positiva, quizás el resto de resultados puedan parecer lógicos dentro del rumbo del equipo. Lógicos porque el devenir y el patrón del mismo es ir sumando de uno en uno, a lo sumo, y encajando de cuatro en cuatro. Sirva como dato que el Real Valladolid no recibía cuatro o más goles en cuatro o más salidas consecutivas en Primera División desde 1959.
Lo más grave de la situación probablemente no sea el que encajen cuatro goles, sino que, aun asumiendo esos tantos, el mejor sea el portero, como lo fue Diego Mariño en La Catedral. El equipo es ‘un chiste de dos patas’. Si antes se tildaba de equipo aspirina, ahora se ha retro evolucionado y se puede empezar a denominar “Equipo Todoterreno”. En cualquier sitio reciben cuatro.