Juan Carlos Alonso habla del cambio de chip del aficionado medio a la hora de enfrentarse a un grande con respecto a años atrás.
El jefe de deportes de El Norte de Castilla, Eloy de la Pisa, terminaba su contracrónica del partido contra el Málaga , aludiendo al tuit de @Chuchipereda que decía que «la mejor noticia es que no volvemos a jugarnos nada hasta el veinte de octubre», dando por hecho las nulas opciones de puntuar que tiene el Pucela en Barcelona. Tal comentario, viniendo de la sabia afición, me parece preocupante –cuanto menos- en un deporte de competición, pero más preocupante es tener visos de mucha verdad.
Hasta hace un tiempo, no muy lejano, uno de los sueños dorados de cualquier aficionado modesto era meter mano a uno de los llamados grandes. No en vano siempre ha sido una de las grandezas de nuestro deporte, pensar que a un partido se puede ganar a cualquiera. ¿Quién dentro del pucelanismo no recuerda aquel triunfo en el Santiago Bernabéu por un gol a tres, con el debut de Chuchi Macón, el doblete de Alberto y hasta con Cuaresma marcando gol (no por nada en especial, simplemente el del barrio de La Victoria no se prodigaba mucho en esta faceta)?
Pero parece que esto ya son recuerdos del pasado y cada vez más resulta una utopía que uno de los mediáticos hinque la rodilla sobre todo en su estadio. El motivo más común para explicarlo es la diferencia tan abismal de los presupuestos, aunque no creo que sea el único ni el más importante, pues la diferencia entre estos equipos y el bloque de los demás siempre ha sido evidente y han contado con los mejores jugadores tanto nacionales como internacionales en todas las épocas de la Liga.
A parte de su dinero, han multiplicado de forma exponencial su seguimiento mediático, convitiéndose en un autentico Ministerio de propaganda más propio de otras épocas, potenciando y criminalizando el error de un árbitro, las entradas de un jugador modesto y repitiendo y repitiendo el arañazo que ha podido sufrir una de sus estrellas.
Las consecuencias ya las vaticinaba con ese humor socarrón que tenia el bueno de Manolo Preciado, que venía a decir algo parecido que «a estos partidos hay que ir con juveniles». Así evitas poner en el ojo del huracán y desgastar de forma innecesaria a tus hombres capitales para cuando de verdad tengas posibilidades de sumar, algo que le supuso las críticas más airadas de aquel entrenador portugués que paso por nuestra liga.
Por eso Madrid y Barcelona deberían reflexionar junto a sus ministerios de propaganda y comprobar si les interesa en que están convirtiendo la Liga de ‘sus’ Estrellas, donde ganan partidos con una facilidad que luego no encuentran en Europa y han privado a ese aficionado tan importante de los equipos modestos de poderles ganar y así disfrutar a modo de su Champions particular.