El centrocampista malagueño, suplente en las tres primeras jornadas, ha sido uno de los futbolistas más destacados en los tres siguientes en la escuadra que dirige Bernd Schuster.
Es un hecho que Manuel Pellegrini hizo a Cazorlita. Lo tuvo a sus órdenes en Villarreal y lo reclutó para su Málaga como pieza esencial cuando a la Costa del Sol llegó el hombre de los petrodólares de mentira. Como el asturiano, Isco tenía hechuras de gran jugador antes de caer en las manos de ‘El Ingeniero’, pero podría haberse perdido; y no.
Igual que el Arsenal disfrutó enormemente de Cazorla el pasado curso, el Real Madrid ha iniciado el curso boquiabierto ante la irrupción de uno de los mejores jugadores jóvenes del panorama internacional. Y España, mientras, se frota las manos, porque el gunner es un sexto hombre como pocos hay y el malacitano, fantasía, asegura el relevo del mejor Iniesta, del que juega en tres cuartos, cerca de la línea de cal, perfilado hacia el interior, hacia donde trota de puntillas y en silencio, con zapatos de claqué.
En esa zona, en el carril del diez, tiene bula un falso nueve, de nombre Lionel Messi. Pero, aun cuando es así, y a pesar de la pérdida de juego de posición que sufrió el FC Barcelona el pasado curso, es frecuente ver al amado por todos rodeado de varios rivales.
Y que no se extrañen quienes leen si dentro de poco vemos esas imágenes de dibujos animados con Alarcón, máxime después de que, en base al Real Decreto de uno de septiembre, el Real Madrid esté obligado a jugar con prisa por fuera cuando los de dentro piden esa pausa que, tras la venta de Özil, dará Isco.
Volviendo al Málaga y a Pellegrini, el entrenador chileno, antes de viajar a Manchester, dejó escrito en la pizarra quién debía ser el siguiente; señaló al llamado a liderar la zona de creación en adelante. Y Bernd Schuster, que puede ser ‘h’ o ‘b’, pero no es tonto, ha visto el nombre subrayado en rojo y las condiciones de quien responde al apelativo y ha decidido que sí, que efectivamente, él debe ser quien lleve la manija.
Francisco Portillo no fue titular en los tres primeros partidos de Liga, y hubo quien dudó sobre los motivos que provocaron su suplencia, pero el técnico alemán dejó bien claro que respondía únicamente a que sus características y las de los rivales invitaban a otra cosa. Y lo demostró en la siguiente ocasión que tuvo, ante el Rayo Vallecano, a quien hizo un gol en medio del festival de El Hamdaoui.
Como ocurría con sus antecesores, su pie hábil es el derecho y juega por la derecha. Nada extraño, de no ser porque, frecuentemente, los jugadores de su perfil juegan a contrapié en una línea de tres mediapuntas, como el ya citado Iniesta. Pierde, así, la visión panorámica del albaceteño en el juego del Fútbol Club Barcelona, pero no la capacidad de sorprender en zonas interiores, ya que es líquido y aparece allí donde haga falta un apoyo.
Es más veloz de mente que de piernas, aunque posee una buena aceleración. De centro de gravedad bajo, físicamente no está tan preparado para jugar en la media como a Pellegrini le hubiera gustado, pues el actual técnico del City lo colocó en ocasiones en el doble pivote junto a Camacho. El motivo, en cualquier caso, era claro: su lucidez a la hora de asociarse debía traducirse en fluidez en el juego.
Bien por devoción o por obligación, por la descapitalización y marcha de jugadores como Toulalan, Joaquín o Isco, Schuster continuará con la filosofía instaurada en el Málaga previa a su llegada, la del oficio en defensa y la magia delante. Con Antunes y Angeleri convertidos en una suerte de Monreal y Demichelis, siempre con Willy Caballero bajo palos, atrás no habrá miramientos. Y, en ataque, calidad sin nombre, underground.
Tissone y el canterano Darder equilibran la balanza para que los cuatro de delante dispongan de una libertad, aunque relativa, evidente. Y, por más que ya no estén Joaquín e Isco, por ahí siguen Eliseu y Duda y por ahí ha aparecido El Hamdaoui, que en un juego más parecido al holandés como es el español empieza a reencontrarse con su mejor versión, la mostrada en los Países Bajos.
Cuando sobre una plaza, que sobrará, en ocasiones, podrá entrar Pedro Morales o alguno de los más jóvenes, se llame Juanmi, Olinga, Anderson o Pawlowski. Pero, rodeado de unos u otros, Portillo está llamado a confirmarse. A sus veintitrés años, su hora es ahora, más aún entre novatos o pipiolos. Si la temporada pasada dio seis asistencias e hizo dos goles en veintisiete partidos, en la presente lleva ya dos tantos.
Willy Caballero, Jesús Gámez, Duda o los recién llegados Tissone o Angelieri formarán parte de la columna vertebral del Málaga Club de Fútbol esta temporada. Y Francisco Portillo, el diferente, como ya lo fueron Cazorla e Isco; un fruto de la cada vez más fructífera cantera malacitana que, si Schuster lo vuelve a tener a bien, tendrá una nueva oportunidad de dar un paso adelante en su fútbol en el Nuevo José Zorrilla.