El exarquero del Villarreal cambia el amarillo por el laurel. Su propósito, ascender a la titularidad en Valladolid después de un año sin gozo en el plano individual.
Mariño no podía esperar más sentado. Su aparición en todas las categorías inferiores de la selección española o la eterna denominación de promesa bajo palos conferían un peso considerable en un futbolista aún joven, pero con los albores de la carrera futbolística ya dejados atrás.
El guardameta gallego, en Villarreal desde que, en categoría cadete, el lúcido y agudo modus operandi de la cantera groguet observará en él condiciones para crecer a orillas del Mediterráneo, ha pasado a de ser el portero del futuro en el club amarillo a una suplencia incómoda. Al plano borroso.
En la retina del aficionado, en especial del seguidor de fútbol base en la Selección Española, por el contrario, se recuerda al último fichaje del Real Valladolid como uno de los arqueros con más proyección y posibilidades, ya que ha acostumbrado a conformar las listas definitivas para los torneos internacionales disputados por el cuadro nacional. El último de ellos, el Europeo sub 21 que conquistó el equipo de Lopetegui, en el que Mariño fue uno de los tres porteros citados por el técnico vasco.
Al plano difuminado le han empujado dos hombres. El primero, Juan Carlos, portero que se ganó la titularidad en el Villarreal del ascenso la temporada pasada, cuando únicamente se sentó en el banquillo en las diez ocasiones en las que el vigués ha jugado. Los dos años precedentes, había sido titular con el filial del submarino amarillo, debutando en el Nuevo José Zorrilla.
Mariño inició la campaña en la categoría de plata como fijo en un Villarreal capitaneado por el exblanquivioleta Julio Velázquez, aunque perdió esa condición a favor de Juan Carlos en diciembre de 2012. Con el aterrizaje de Marcelino a Castellón, la suplencia fue el peso de cada día para el meta internacional. El segundo jugador que ha dificultado su protagonismo, aun dentro del equipo nacional, ha sido David de Gea.
El ‘red devil’ se ha convertido en el portero español con más evolución en los últimos años, gracias, en parte, a la confianza otorgada por Sir Alex Ferguson en Manchester United –donde se hizo guardián de su portería de manera concluyente este curso-.
Condicionantes que han incitado a Diego Mariño a virar el futuro, sustantivo que se suele ligar a la figura de la esperanza, del talento aún amedrentado o descarriado, según los casos. Tal vez, como el tercer hombre de Graham Greene, Jaime le arrebate el primer plano. Ese por el que ha abandonado su hogar futbolístico desde los primeros años de consciencia.
La vinculación por cinco años con el club castellano permite vislumbrar una confianza inicial en que, al menos, los baches del camino parezcan menos sinuosos para Diego Mariño.
Propicio para el ataque posicional
Una de las cualidades del nuevo cancerbero blanquivioleta radica en su juego de pies, notable para comenzar el ataque posicional desde la zona de iniciación y conectar tanto con los dos centrales del Real Valladolid, capacitados para salir jugando, como con algún mediocentro que ayude a delinear el ataque elaborado. Esta aptitud puede suponer la gran ventaja de Diego Mariño en el esquema de Juan Ignacio Martínez, además de constituirse en un futbolista completo, también capacitado por bajo.