El Real Valladolid ha dejado en manos del prestigioso galeno catalán la recuperación de la maltrecha rodilla derecha de Carlos Lázaro.
De primero, el cruzado de Afellay. De segundo, el menisco de Nilmar. Y de postre, el cartílago de Lázaro. Ése ha sido el menú del doctor Ramón Cugat en este inicio de semana. Casi nada. Dos jugadores mundialistas, de primera fila, y un tercero que podría serlo si su dichosa rodilla dejase de dar guerra.
Tres operaciones en apenas dos días, procedentes de tres clubes distintos, que vienen a constatar que no hay un galeno en España en el que se confíe más que en el catalán. Otra prueba de ello es el hecho de que su equipo de trabajo controle aproximadamente a nada menos que ocho mil lesionados de los dieciséis mil registrados cada año.
Uno de ellos, el blanquivioleta Carlos Lázaro, pasó por su consulta el pasado mes de abril. El motivo, la dichosa sinovitis crónica que cada dos por tres hace la vida imposible al canterano. Una dolencia que consiste en la inflamación de la membrana sinovial que recubre la articulación.
En aquella cita, el doctor y el jugador decidieron de común acuerdo dejar el trabajo de recuperación que éste venía realizando, con el fin de buscar una nueva vía que pudiese terminar de una vez por todas con las molestias, siempre intentando evitar un tercer paso por quirófano.
El mediocentro, finalmente, no pudo regatear a la camilla, y ha tenido que volver a tumbarse en ella para ser sometido a una tercera artroscopia -y ojalá definitiva-, en la que además el doctor Cugat ha revisado las estructuras cartilaginosas de la rodilla, a fin de descartar que la inflamación continuada de la membrana estuviese provocada por un problema en dicha zona, como así ha sido.
Y es que, si bien la dolencia tiene en general un origen desconocido, en ocasiones puede provenir de una mal alineamiento del mecanismo extensor de la rodilla, que a su vez puede darse de forma espontánea -de nacimiento o por la forma de caminar- o por golpe o contusión.
En cualquiera de los casos, se trata de una lesión grave (padecida también, por ejemplo, por Juan Romaán Riquelme), más aún tratándose de algo crónico en un deportista de élite, que suele acompañar la inflamación que se produce de fuertes dolores, chasquidos o incluso bloqueos en la articulación, provocados por el exceso de líquido sinovial que produce el aumento de la membrana.
La sinevectomía, intervención llevada a cabo en la Clínica Quirón de Barcelona sobre la rodilla derecha de Lázaro, consiste en la extirpación de parte de la zona. Por el momento, no existe tiempo estimado de recuperación, y probablemente no lo haya tampoco a corto plazo, dada la problemática del caso.
No obstante, el jugador no ha podido estar en mejores manos, puesto que el Ramón Cugat es el máximo responsable de las milagrosas recuperaciones de varios jugadores de fama mundial, entre los que destacan varios pertenecientes al Fútbol Club Barcelona.
Curiosamente guarda una gran amistad con su entrenador, Pep Guardiola, a quien trató al final de la década de los noventa después de que el hoy técnico estuviese más de un año de baja por un problema en el biceps femoral que los servicios médicos del club no acertaban a corregir.
Desde entonces, pese a mantener su independencia, la colaboración entre «El Mago» y los servicios médicos que dirige Ricard Pruna es mucho más estrecha. Tal es así que el éxito en la recuperación de lesiones como la sufrida por Xavi Hernández en el talón de Aquiles cabe serle atribuida a Cugat.
Por medio de la aplicación de factores del crecimiento (plasma del paciente enriquecido) logró acabar con los problemas del de Terrassa y -al menos temporalmente- con la condromalacia patelar rotuliana de Rafa Nadal. En el caso de Lázaro, el tratamiento surtió efecto durante tan solo unos meses.
Varios más deberá aguantar aún, probablemente, antes de volver a hacer ejercicio de forma regular. Armado de paciencia, una vez más, ha de esperar que la tercera cirugía sea la definitiva, que otra vez la magia de Cugat vuelva a triunfar.