El delantero del Athletic es el máximo goleador nacional junto con Rubén Castro, con doce tantos en La Liga, casi la mitad de los logrados por todo el equipo rojiblanco.

Eran muy jóvenes. Nunca habían experimentado dos citas de tal dimensión. Una final, miles de luces, palabras y esperanzas. Pero no dieron la talla, y el final ya se conoce. La ansiedad ante lo nuevo los aplastó y solo despertaron unas lágrimas que, ya secas, han dejado una cicatriz que escuece, y más a Marcelo Bielsa.
El Athletic Club voló a tanta altura que, aguantar con tan poco oxígeno tanto tiempo, sólo cabía en las mentes de los idealistas. Pero no en los jugadores que fascinaron con el juego más alegre contemplado en San Mamés en muchos años. La exigencia resultaba demasiado incómoda. La temporada actual ya solo ve a un Athletic todavía cansado, en un proceso de recuperación. Intentando respirar y asimilar un escenario en el que una algarabía clama por una actuación similar a la pasada, pero con finales distintos. Y los ‘leones’ ya no pueden.
En momentos de crisis como el que atraviesa el equipo de Bielsa, a veces, suelen aparecer líderes de entre la discreción. Futbolistas a quienes se les asignaron roles menos exigentes que los que terminan por desarrollar. Desatascadores, capaces de captar vida donde apenas permanecen algunas remembranzas como las del Athletic que asaltó Old Trafford y arrodilló Inglaterra.
El encargado del cometido es Aritz Aduriz, quien antes de todo esto ya había pasado por la cantera de Lezama, se había trasladado a Burgos y había sido descubierto por un Real Valladolid al que ilusionó con un debut sorprendente. Un inexperto futbolista vasco que anotaba un triplete con el conjunto pucelano en su primer partido con la camiseta blanca y viola. Sobre él residía la fe de volver a la máxima categoría, aunque sucumbió, año y medio más tarde, al rugido del león.
Considerado delantero de brega, movimientos sagaces, superioridad aérea y gol – aunque en liga se ha movido en torno a los diez de media, cifras desvirtuadas en la era actual- nunca lo han descrito como un héroe. Quizá, tuvo una responsabilidad mayor en el Real Valladolid, en el que la función de finalizar corría a su cargo –quince dianas en su primera temporada; seis, en medio curso siguiente, antes de volver a Bilbao-.
Desde entonces, ha pasado por Mallorca y Valencia, clubes en los que ofreció un rendimiento notable –en especial en Palma-, tanto desde el banquillo como en la titularidad. Incluso debutó en 2010 con la selección española (para la que vuelve a sonar como futurible) en un partido clasificatorio para la Eurocopa, ante Lituania. La casualidad dictó que Aduriz entrara al césped del Helmántico en sustitución de Fernando Llorente, ahora su polémico suplente en el Athletic Club.
Aritz parece haberse jurado que salvará a su Athletic de la sequía de héroes por la que atraviesa. Llorente calienta en la banda mientras cuenta las horas que restan para la llegada del verano y de su marcha a la Juventus y Javi Martínez pasó a acompañar a Bastian Schweinsteiger o Luiz Gustavo en el centro del campo del Bayern de Münich alemán.
No le habían fichado en verano para esto, pensarían algunos. El suplente ideal. Pero los guiones dan giros, como escritos por Tarantino. O por Bielsa. Y Aduriz se trasladó a una de esas superproducciones en las que el secundario se erige en principal y sostiene el argumento, a base de goles.
El delantero donostiarra ha convertido dieciséis tantos en las tres competiciones en las que el Athletic se ha visto inmerso en el curso 2012/13. Tres en Europa League, uno en Copa del Rey y doce en el campeonato liguero. Además, sus goles en Copa, ante el Eibar, y en Europa, frente al Olympique de Lyon, supusieron los últimos que vería La Catedral en estas competiciones, ya que desde la próxima temporada los leones jugarán en el nuevo estadio.
Los doce tantos logrados por Aduriz en los veinte partidos ligueros que ha disputado equivalen a alcanzar su mejor cifra goleadora y mantienen al Athletic en una posición relativamente tranquila en la clasificación, ya que en las veintisiete ocasiones en las que los vascos han superado al guardameta rival, casi la mitad han llevado su firma -44%-. Estas cifras lo han convertido en el máximo goleador nacional junto al delantero del Real Betis, Rubén Castro y en un futbolista imprescindible para Marcelo Bielsa.
Porque sin Llorente ni la alegría que rodeaba a La Catedral la campaña anterior, el decaimiento amenaza por abatir a un Athletic que valora a Aritz Aduriz como su salvador.