Juan Carlos Alonso habla de plantillas cortas y de cómo el entrenador nacido en Rosario lidiaba con ellas, sacándole el máximo provecho.
«Cómo pasa el tiempo, qué cambio hemos pegado», rezaba la canción de los míticos Modestia Aparte. Pero, en el mundo del fútbol algo no cambia en el mes de enero, la apertura del mercado invernal para fichajes de jugadores.
Por lo tanto época de rumores y debates, que este año en el seno del pucelanismo se ven agravados por la atribución de una plantilla corta. Si a todo esto le añadimos una inoportuna lesión de un jugador que hasta la fecha era primordial por tiempo jugado y posición ocupada, como es el bueno de Víctor Pérez, nos damos cuenta que va a ser un mes decisivo en muchas circunstancias.
La plantilla puede ser corta o larga, como todo, en función del cristal con que se mire. Por eso a mí me gusta mirar en la historia viendo las épocas mas gloriosas del equipo.
Analizando y comprobando sus datos, nos damos cuenta de que en la temporada 1988/89 (la más exitosa de la historia, junto con la de la Copa de la Liga), entrenada por D. Vicente Cantatore, se consigue una sexta plaza y la final de Copa, con un dato importante: solo dieciséis jugadores disputaron más de diez partidos y aglutinaron casi todos los minutos de un equipo que se veía cuando era necesario completado con canteranos.
Aquella plantilla logró que toda la afición recordara un once titular casi de memoria, mientras los jugadores se mostraron involucrados con el equipo y con la polivalencia necesaria para jugar donde fuera necesario, mientras los canteranos pudieron ir sumando los minutos suficientes para ir cogiendo la madurez necesaria para futuras temporadas, como fue el caso de Cuaresma.
Jugadores y dirigentes de la época, algunos de ellos en la actualidad miembros del staff técnico del club, comentan cómo una de las virtudes de D. Vicente era trabajar con lo que tenía y capaz de hacer posible lo imposible, haciendo jugar al futbolista en un puesto que nunca hubiera imaginado cuando el guion lo requería.
Es verdad que hablamos de veinte años atrás donde el ritmo e intensidad de la competición no era el mismo, pero, por contra, la alimentación, recuperación, entrenamientos y viajes han mejorado lo suficiente como para prevenir y evitar esas lesiones que tanto sufren las plantillas.
Después de realizado este análisis y volviendo a la actualidad, esta temporada me está recordando en mucho a aquella y, aunque las comparaciones puedan ser odiosas, veo muchas coincidencias entre Djuka y D. Vicente. Djukic administra también estrecheces y saca de todos los problemas una solución, busca una polivalencia huyendo del tópico de dos jugadores por puesto.
Como dice un sabio futbolero anónimo de la Seca, José L. Sacristán (descubridor de Eusebio y Fonseca y actualmente delegado en categorías inferiores), dejando entrever que lo esencial en plantillas de equipos modestos, futbolistas que jueguen en varios puestos, «¿cómo vas a tener dos laterales izquierdos si encontrar uno le cuesta hasta a los equipos grandes?».
Por todo esto debemos confiar en los profesionales del club (muchos de ellos trabajaron y vivieron en primera persona aquella época) y en que traigan a petición del entrenador lo que puedan y el maldito dinero permita. Si no, habrá que hacer como en su día el bueno de don Vicente, bailar con la escoba que se tenga.