En dos años, el centrocampista de origen magrebí ha pasado de jugar en el filial del Getafe a ser un elemento principal para el equipo de Luís García en Primera División.

Imaginad por un instante que despertáis un día cualquiera, acudís a refrescaros la cara y veis en el espejo el reflejo de alguien sin ningún horizonte más allá del ahora. Imaginad que, a la mañana siguiente, repetís la misma tediosa rutina, os mantenéis frente al cristal, aguantáis la mirada y, de repente, un tibio sonido brota de vuestro estómago.
Nervios, el giro es demasiado brusco como para mantenerse tranquilo, como de costumbre. La oportunidad clama vuestra atención, y no podéis dejarla pasar. A Abdelaziz Barrada (Provins, Isla de Francia, 1989) no lo querían en la capital de Francia, donde intentaba regatear al destino para encontrar su sitio en el Paris Saint-Germain.
Los galos, tras cuatro temporadas en la disciplina de Les Rouge et Bleu, decidieron no prolongan la estancia de Abdel en su filial, al que pertenecía desde la temporada 2007/08. Descompuesto, y sin club, voló en verano de 2010 hacia España para rebuscar en el fútbol nacional lo que le habían negado en el francés.
Antes de asentarse en Madrid, pasó varios días en Gijón, esperando a que el Sporting lo pusiese a prueba para, al menos, exhibir sus cualidades y poder incorporarse a la cantera de Mareo. Sin embargo, sólo pudo contemplar cómo entrenaban los canteranos, sin una respuesta positiva por parte de los responsables de la base del club asturiano.
Entonces, el director deportivo del Getafe, Toni Muñoz, recibió por teléfono un consejo: probar a Abdel. El giro se produjo. Como aseguraba este verano el presidente del club getafense, Ángel Torres, al diario El País, «nadie quería hacerle pruebas. Apareció con un amigo magrebí que hacía de agente y se movía por Marbella».
Pese a ello, el club azulón aceptó verlo y, al poco tiempo, tomó la decisión de quedarse con el centrocampista ofensivo para reforzar la plantilla del Getafe B, entrenado por Emilio Ferreras, actual técnico del filial. Bajo el mando de Ferreras, realizó una notable campaña en Segunda División B, con treinta encuentros y cuatro goles. Su nivel, que engordaba conforme pasaba el tiempo, despertó el interés de Michel, en aquellos momentos, técnico del primer equipo.
Abdel, aunque no llegó a debutar con el Getafe en su primera temporada en España, fue adquiriendo el ritmo de entrenamientos de una plantilla en la que su compañero argelino Lacen lo apoyaba para derribar las barreras que aparecieran a su paso. La adaptación proseguía, pese al retraimiento que caracteriza su personalidad.
No fue Michel el verdadero artífice de que Barrada se adentrara de forma vertiginosa al epicentro. Luis García recaló en el Getafe, después de ascender al Levante a Primera y salvarlo, hace casi un año y medio, adivinando en el media punta marroquí un talento que lo distingue y una inteligencia para concebir lo que se le explica.
Por eso, aunque tenía ficha del filial, completó la pretemporada con el primer equipo. Luis García comprendía que tenía ante sí a un jugador con cualidades suficientes para rendir en la máxima categoría. No esperó, haciéndolo debutar en la primera jornada de liga contra el Levante, en la que se percibió su falta de ajuste a una exigencia de ese tamaño.
Pero el camino hacia el epicentro, lugar reservado para aquellos que se distinguen, era inexorable. La confianza de Luis García en Abdel ayudó a que su nombre reluciera sobre muchos otros de la misma categoría; participó en 32 partidos en los que, con cuatro goles, fue el tercer máximo goleador del curso.
De esos cuatro tantos, dos los logró en un doblete frente al Mallorca, otro ante el Villarreal y, el más especial, por lo especial y lo brillante, contra el Atlético de Madrid. En aquel duelo frente al equipo de Simeone, Abdel estrenó su cuenta de goles con la camiseta azulona, al convertir un libre directo que conoció la escuadra de Courtois y que, a la postre, colaboró a la victoria del Getafe. La dedicatoria, a su entrenador, a Luis García.
La buena labor con el conjunto getafense también se reflejó con su selección, Marruecos. Fue partícipe del combinado sub 23 que se clasificó para los Juegos Olímpicos de Londres, en los que se ganó el derecho a participar. Y, como señal de su proyección de futuro, ya ha formado en la selección absoluta marroquí.
A Barrada le quedaba, no obstante, protagonizar la acción definitiva. La primera que se rememora cuando una persona pasa del relativo anonimato a la popularidad. Cuando ese sujeto levanta los brazos, desde el silencio obligado por el desconocimiento del idioma, para solicitar atención. Lo consiguió frente al Real Madrid, cuando La Liga se iniciaba pero agosto tocaba a su fin.
En el Coliseum, se sabía que esta temporada podía suponer un antes y un después para Abdel. De lo que no todos se mostraban seguros es que ese estado iba a cumplirse de una manera tan repentina. Y ante el vigente campeón de liga. La actuación del preferido de Luis García se inició con una asistencia para Valera y se redondeó con el gol del triunfo, que conllevó la primera derrota del equipo blanco en la competición nacional.
Ha disputado diez partidos en los que ha anotado tres dianas -máximo realizador del Getafe-, aunque sus funciones primordiales no sean las de goleador. A principios de octubre recibió la nominación, al ‘Futbolista africano del año’, premio que concede la CAF, Confederación Africana de Fútbol. Y su nombre se encuentra en las listas de deseos de la Premier League inglesa.
En el primer tercio de campeonato, Abdel Barrada ya roza la línea que diferencia lo emergente de lo estable; lo intermitente de la referencia; el suburbio del epicentro.