El centrocampista del Málaga es una de las actuales estrellas que relucen pronto; la diferencia, que es diferente.

Muchos aficionados al fútbol se rinden a un equipo por una única razón, que reside en uno de sus miembros. Un grupo de jugadores sobre los que resalta uno, y no precisamente por condiciones físicas, sino por un valor tan intangible, intocable, como ineludible. El futbolista distinto, descolgado de la red de lo común. Como Isco.
Francisco Román Alarcón, ‘Isco’ (Benalmadena, Málaga, 1992) posee la capacidad de enganchar a seguidores de múltiples puntos del planeta. Tanto en lugares en los que el fútbol forma parte de la idiosincrasia nacional como en países donde comienza a brotar la semilla del interés por el soccer, máxime desde que el Málaga hizo acto de presencia en la primera actuación de su historia en la fase de grupos de la Liga de Campeones.
Aquel encuentro de los andaluces ante el Zenit de San Petersburgo fue el detonante; la imagen que plasmó, fuera de las fronteras de España, la existencia de un joven que sobresalía por sus cualidades técnicas y su originalidad. En especial, por esto último.
Isco es un mediapunta que domina tanto el carril central como el izquierdo, desde donde parte hacia el interior, trazando con un pincel infalible diagonales venenosas para los marcadores rivales. No es extremo, porque desea el contacto con la pelota en zonas más centradas, ser el lanzador del contraataque cuando se produzca y poder resolver o entregar el último pase previo al gol. Quiere aturdir, por su déficit de miedo.
El temor que a él le falta, en cada acción que genera dentro del terreno de juego, lo traslada a las defensas que se han enfrentado al equipo malagueño, tanto en Liga como en Europa.
Esa sensación que despierta en el rival, fruto de su originalidad en zonas de ataque, la supo advertir el propietario del Málaga, el jeque qatarí Sheikh Abdullah Bin Nassar Al Thani cuando, en verano de 2011, pagó seis millones de cláusula más IVA, que devolvieron a Isco a su tierra natal.
Desde ese instante, aunque los blanquiazules ya habían comenzado a aprehender el objetivo de su técnico Manuel Pellegrini en la campaña anterior, iniciaron un vuelo del que, aún, no se han bajado, pese a las bajas de futbolistas como Santi Cazorla, Van Nistelrooy o Rondón, derivadas en gran medida por las estrecheces económicas del club de Al Thani que han aflorado este verano.
En las dos temporadas -2012/13 inclusive- que lleva jugando a las órdenes de Pellegrini, ha disputado 39 partidos en Primera División, en los que ha anotado seis goles y repartido seis asistencias.
Mientras, en Valencia lamentaban, estupefactos, la partida de una de las consideradas promesas de la cantera ché. Su marcha respondió, en parte, a que el técnico valencianista en aquel momento, Unai Emery, no le aseguró la confianza necesaria para ser miembro activo de la primera plantilla, lo que aceleró su viaje al sur.
En el conjunto de Mestalla, donde llegó procedente del Atlético Benamiel –equipo de su localidad, Arroyo de la Miel, en Benalmádena- con solo catorce años, creció hasta ser uno de los futbolistas más relevantes de la cantera.
Su debut con el primer equipo de la ciudad del Turia se produjo en un partido de Copa del Rey ante la Unión Deportiva Logroñés, en el que marcó dos goles. Uno de ellos, después de driblar a cuatro defensores riojanos.
La figura de Alarcón crecía en el Valencia, su nombre comenzaba a ensancharse y su escalada en las categorías inferiores de la selección española no parecía sufrir ningún parón. En el periodo previo a su aterrizaje en la sub 21, antesala de la absoluta, ha participado con la sub 17 y sub 19, además de en el Mundial sub 20 de Colombia, en el que España cayó eliminada en cuartos de final y en los Juegos Olímpicos de Londres.
Antes de firmar una pobre participación en Londres, al igual que toda la selección de Luis Milla, fue convocado por Vicente del Bosque para la concentración antecedente a la Eurocopa, aunque no debutó.
Ahora, su frente es otro. El momento de liderar desde la diferencia. La absoluta llegará en función de cómo se mantiene en el actual nivel que ha alcanzado en el primer tramo de campeonato, espoleado por lucirse en Europa, y por poder trascender al resto del mundo.