Paco Jémez puso ante el Real Madrid en liza un once en el que formaba con cinco atacantes y únicamente un centrocampista puro.

«No tengo equipo», dijo Mou. El exabrupto resonó en las cuatro esquinas de España. Sí, también en la que no lo quiere ser. Por aquello de que son los máximos rivales, y tal. Y porque Mou está resquebrajando España. O eso dicen allí donde decía Pep que pintan poco. Por aquello de que el «no tengo equipo» iba por los españoles, y tal.
El caso es que, sin haber dicho esta boca es mía, Paco Jémez, entrenador del Rayo Vallecano, parece pensar algo semejante de su medio del campo. Al menos eso se desprende de las diferentes probaturas realizadas hasta la fecha, que tienen como culmen la alineación en Vallecas de tan solo un centrocampista puro ante el Real Madrid. Pero vayamos por partes.
En estos tiempos del doble pivote y el trivotazo, Paco Jémez ha tenido los bemoles suficientes como para alinear desde el primer partido de Liga a un único especialista en la posición. Ciertamente, en el debut en Vallecas ante el nuevo Granada de Anquela aparecieron junto a Javi Fuego primero Adrián González y luego Roberto Trashorras.
Ni el lucense ni el hijo de Míchel son en puridad jugadores llamados a ocupar esa plaza, por más que en determinados momentos de su carrera lo hayan hecho. Y, sin embargo, dados los problemas para confeccionar una defensa de garantías para competir en el Benito Villamarín, ambos compartieron zona ancha con el propio Fuego en Heliópolis, esta vez sin que se produjese a lo largo del encuentro ninguna permuta.
Por momentos, la defensa fue de tres. Con la victoria en el zurrón, al menos de manera parcial, pasó a ser de cuatro, con el de Pola de Siero incrustado entre Jordi Amat y Tito, algo que se repitió de nuevo en casa ante el Sevilla y en el Vicente Calderón ante el Atlético de Madrid.
Esa formación, por momentos semejante a una 3-3-1-3 reminiscente de la selección chilena de Marcelo Bielsa -la mejor y verdadera ‘Roja’, no la «nuestra» de nuevo cuño-, varió en la vuelta al barrio obrero precisamente ante el Real Madrid de José Mourinho. La defensa de cuatro, impepinable, dejó fuera a Piti, ese islote entre líneas de tres, pero no a la creatividad.
Javi Fuego volvió a ejercer de pivote, acompañado en esta ocasión no de Adrián y Trashorras, sino de José Carlos y ‘El Chori’ Domínguez, dos jugadores de mayor proyección ofensiva si cabe que los anteriores, toda vez que en su carrera han acostumbrado a actuar en el carril del nueve y medio. Y por delante, más madera: Baptistão y Lass por los costados y apareciendo por detrás de Delibasic.
Frente a esta alineación cabría una aparentemente más lógica, con el ghanés Mohammed Abu, propiedad del Manchester City, jugando en la base. O, como mínimo, semejante a la que inició la Liga con Javi Fuego haciendo de ‘cuatro’, Adrián González de ‘seis’ y Trashorras de ‘ocho’ en una ya manida 4-3-3. Pero Jémez quiere ganar y entretener. Y para hacerlo, no le importa arriesgar.
Vamos, que lo que al técnico cordobés le pasa no es que no tenga medio, sino que no tiene miedo. Porque opciones tiene para jugar con cuatro jugadores en la zona central, como antiguamente mandaban los cánones. Pero él cree que a la victoria se llega antes por el camino del I+D+i. Así se ha visto en estas primeras jornadas. Investiga y desarrolla un modelo, siempre basado en el toque y el riesgo. Y también innova como solo un entrenador de play station haría.
Lejos de tirar de una 4-4-2 academicista o una socorrida 4-2-3-1, puebla el campo rival de minas de la explosividad de Léo o Lass o de la capacidad de invención de José Carlos, Trashorras o ‘El Chori’. Rompe papeles y huye de dibujos. Juega con Fuego, en la mayor extensión del término, y lo rodea de mucho y muy variado. Y a veces se quema, pero se divierte y divierte. Sin medio. Sin miedo.