Referentes que hayan vestido las camisetas de Celta y Valladolid hay bastantes. Y lo cierto es que, incluso hablando de todos ellos, es fácil que en esta época podamos pasar, injustamente, por encima de una figura como la de Pepe Lemos. Un jugador enorme que, en la década de los 80, vistió el celeste, el color del club de su vida, y el blanco y el violeta de Valladolid.
Lemos nació en Salvatierra de Miño, Pontevedra, en 1962. Tras despuntar en varios equipos gallegos, debutó con 17 años en el Celta de Vigo y vistió la elástica del equipo gallego en 181 partidos. Defensa de garantías, su época en el Celta de Vigo fue de grandes altibajos. Coincidió con otro héroe, Fenoy, que acabó jugando también con ambas camisetas. Más tarde, volverían a encontrarse también en el conjunto de la ciudad vallisoletana.
Su llegada al José Zorrilla fue en el verano de 1986, tras un doloroso descenso con el Celta en la campaña anterior. Un viaje parecido al que hizo Fenoy, llegando a Valladolid para esquivar la Segunda División. Desde ese día, 165 encuentros disputados desde su llegada en 1985 hasta su salida en 1992. Un jugador que logró ser clave en dos realidades deportivas y en dos entidades llenas de historia que este fin de semana se miden con más conexiones de las lógicas y esperadas.
Conexión inesperada con el entrenador rival
Claudio Giráldez, entrenador y artífice de este brillante Celta de Vigo, conecta esta realidad entre Valladolid y Vigo a través de sus equipos, pues no muchos sabrán que el técnico celeste es el ahijado y sobrino del mítico Pepe Lemos. Un Pepe Lemos al que Claudio Giráldez y su familia tuvo que despedir en septiembre de 2023, dando gracias a los medios y al Celta por el cariño que le habían mostrado a su tío, una persona “elemental” en su vida y su carrera y un “referente absoluto” para el actual técnico del Celta.
«Al Real Valladolid le tengo mucho cariño y va a ser un día especial, porque tendré familia y amigos en la grada, pero voy centrado en lo nuestro»
Claudio Giráldez, entrenador del RC Celta de Vigo
Incluso reconoce haber estado en varias ocasiones en el José Zorrilla como familiar de jugador, disfrutando de su tío con los colores blanquivioletas en una de las mejores etapas de la historia del Pucela. Un detalle de importancia, sabiendo que el destino le iba a tener reservado enfrentarse al Valladolid con el otro equipo del alma de su tío y padrino. Un Valladolid lejos de lo que fue con Lemos en el campo y aún más lejos de lo que está consiguiendo su sobrino con un Celta que bebe y vive de la siempre talentosa cantera celeste.