Uno tiene costumbre de fijarse siempre en esos detalles llamativos que componen el día a día de los clubes que captan tu atención por algún detalle. En el caso del Celta, a mí me pasó con los ‘Hugos’. Dos chavales que, lejos de parecerme de otro mundo, soy muy consciente de dónde salen: De la cantera del Celta de Vigo. Ambos pasaron por el juvenil y por el Celta Fortuna antes de dar el gran salto al primer equipo.
Ellos, como tantos otros, han sido parte fundamental de los éxitos de un Celta de Vigo que, desde la llegada de Giráldez, no se ha cansado de mostrar un capital enorme en lo que a talento se refiere. Un talento que, puede mostrar falta de ritmo en algunas ocasiones en el máximo nivel competitivo, pero lo que no muestra es falta de valentía para ocuparse de un rol que pueda ser útil al equipo. Una muestra de valor que es clara también en quien decide roles, posiciones y elige quién tiene oportunidad de jugar cada fin de semana.
Giráldez es una de las grandes causas de la mejoría del Celta desde su llegada. En la pizarra, pero también en la capacidad para mostrar valentía con algunos de los perfiles que van saliendo en este Celta. Tanto Hugo Álvarez como Hugo Sotelo, los ya citados ‘Hugos’, pero también Damián, Javi Rodríguez, Yoel Lago, Pablo Durán, Fer López o Alfon González. Todos surgidos de una cantera que en estos últimos meses parece inagotable.
Más allá del recorrido final de cada una de sus historias, está la constatación de haber servido en un momento determinado, en un partido determinado. Una pieza clave en un mar de decisiones al que llamamos temporada. Tirar de estos chicos es un ejemplo para el mundo del fútbol, especialmente cuando hablamos de clubes sin grandes fortunas. Tirar de estos chicos es la constatación de una identidad geográfica, social… hasta el reconocimiento de un tema de clase. Llegue donde llegue este Celta, el valor patrimonial y humano que deja Giráldez con su uso de la cantera es enorme.