Rubén Arranz homenajea a Víctor Fernández, retirado ayer como futbolista y renacido para el deporte rey como entrenador, labor que llevará a cabo en el Leganés de aquí a final de temporada.
Ayer martes diecisiete de abril el eterno número 21 del Real Valladolid cumplía 38 años a la vez que anunciaba su retirada de los terrenos de juego para hacerse cargo como entrenador de su actual club, el Club Deportivo Leganés.
Una forma de retirarse poco apropiada, pues Víctor se merecía una con el estadio más grande el mundo lleno para ovacionarle y agradecerle todo lo que dio al fútbol, en particular al club de nuestros amores, a la camiseta blanca y violeta.
Hablar de Víctor es hablar de pucelanismo, clase, elegancia, lucha, sudor, entrega, profesionalismo, humildad, sencillez. Hablar de Víctor es hablar de ese típico jugador infravalorado por no haber jugado en un grande. Hablar de Víctor es hablar de un jugador que por donde ha pasado ha dejado huella.
En el Real Valladolid tuvo dos etapas. La primera entre 1996 y 2000 en la que jugó una UEFA, fue convocado por la selección española y marcó 38 goles. Esos números le hicieron fichar por un Villarreal que empezaba a hacerse un hueco entre los grandes del fútbol español, dejando en las arcas del Real Valladolid más de mil millones de las antiguas pesetas.
Se convirtió en una de las bestias negras del Fútbol Club Barcelona y, tras triunfar en Castellón, en 2004 regresó a su casa, el Real Valladolid, en segunda división para quedarse hasta el año 2009. Las dos primeras temporadas de ese retorno dejaron a todos un mal sabor de boca por los problemas que estaba encontrando el Pucela para regresar a la primera división española… pero la historia cambió.
En la 2006/07, la temporada recordada por la de los ‘Records de Mendilibar’, tras marcar diecinueve goles y acompañado de sus excelentes compañeros de equipo, pudo devolver al Pucela al lugar del que nunca debió bajar, la primera división, quitándose la ‘espina’ de haber sido testigo directo del descenso en la 2003/04 del club pucelano con la camiseta amarilla del Villarreal.
La temporada 2008/09 fue su última y definitiva etapa como jugador en el Real Valladolid, slavándose el equipo en el Benito Villamarín. Salió por la puerta de atrás teniéndose que despedir en una rueda de prensa en un hotel de la capital del Pisuerga ya que un hombre llamado Roberto del cual ni quiero acordarme así lo decidió: tratar mal a una de las personas que más ha dado a un club que ahora cuenta con casi 84 años de historia.
En esta segunda etapa Víctor marcó un total de 52 goles con la zamarra blanquivioleta. Después estuvo dos años en Cartagena, donde estuvo a punto de conseguir el ascenso a primera y hasta ahora, que coge las riendas del CD Leganés como entrenador, era jugador pepinero.
El número 21 y Víctor Fernández. Víctor Fernández y el número 21. Dos elementos inseparables que hicieron vibrar como nunca a la parroquia blanquivioleta y que, como ya dieron muestra de ello, perdurarán por siempre en la retina de los pucelanistas de corazón.
Gracias, Víctor, por haber vestido la camiseta del club que amamos, por no haberla manchado jamás y, como dice el himno nuevo, haberla defendido con orgullo y con honor.
Valladolid siempre será tu casa y la pelota, esa pelota con la que a nosotros nos hiciste feliz te echará de menos.
Tu fiel afición, para siempre tu familia.
* También te puede interesar: Víctor, un blanquivioleta de leyenda