Contracrónica del Real Sociedad 4-1 Real Valladolid
San Sebastián albergaba a las 18:30 de la tarde una de las últimas batallas donde el Real Valladolid podía demostrar que quería quedarse en LaLiga un año más. Ante el equipo de Imanol Alguacil podía darse, si no un golpe encima de la mesa para asegurar la permanencia, sí un paso firme en cuanto a lo que se podía esperar de una plantilla y de un equipo técnico que no han estado a la altura durante toda la temporada. Y no fue así. El cuatro a cero con el que el Valladolid se fue al descanso dejaba claro que sólo la Real Sociedad mostraba iniciativa para llevarse tres puntos. Los de Sergio González, que volvió a sorprender con una alineación llena de enigmas, apenas dejaron ver al aficionado, que sufría desde casa, que el equipo quisiera salvarse. En ese escenario se mascó una derrota durísima, que no deja más que una agonía incontrolable a noventa minutos de LaLiga Smartbank que parece esperar al conjunto blanquivioleta la temporada que viene.
Sergio, de nuevo protagonista… para mal. El papel del entrenador volvió a dejar dudas desde el momento en el que la alineación fue pública. La ausencia de dos de los jugadores clave del equipo, Weissman y Marcos André, en el once titular dejaba paso a un sorprendente Kodro que apenas supo responder a la confianza de su técnico. El intento del técnico por buscar las ya manidas sinergias parecieron no funcionar, pues sería pronto cuando intentó virar de rumbo incluyendo al israelí en la ecuación, aún con la primera parte en juego. La confianza en la mano de Sergio ha vencido y parece que no existían excesivas ideas para que el equipo pudiera ganar confianza y retomar un objetivo que parece ya perdido. A pesar de los éxitos pasados Sergio ha logrado pasar de héroe a villano en un tiempo realmente corto.
En un partido clave, sin actitud. La imagen mostrada por el Real Valladolid en un partido de tal trascendencia apenas asomó un ápice. Ya no solo por la ineficacia a la hora de parar el vendaval ofensivo de una Real Sociedad superior, sino en la capacidad para mostrar que lo que estaba en juego importaba algo a quienes defendían el papel del equipo sobre el césped. Sólo un puñado de futbolistas parecían ser conscientes de lo que había en juego, con leves intentos de crear o acercarse a la meta txuri-urdin. Una imagen que de alguna manera duele más que un descenso.
La defensa, perdida. Si bien el éxito del equipo en las pasadas campañas residía precismente en su capacidad para lograr marcadores poco abultados en el casillero propio, en el caso de la temporada actual no se ha logrado ni mucho menos intuir que podía ser ese mismo equipo. La defensa ha brillado por su ausencia desde el minuto uno de partido, creando una especie de resumen final de la temporada en la que las descompensaciones defensivas y los errores han dejado al ataque de la Real Sociedad un caldo de cultivo perfecto para poder irse a la cama felices tras la goleada temprada (todos los goles en la primera mitad) contra el equipo blanquivioleta. Una imagen recurrente y condenatoria para un equipo que no supo brillar ni en ataque ni en defensa.