El Valladolid logra llevarse un punto en Ipurúa en un campo complicado y ante un rival que, con sus armas, desnuda las escasas ideas que pudo poner en juego el equipo blanquivioleta.

Hay que decir que el partido del Real Valladolid en Ipurúa prometía poco más que lo visto en los noventa minutos que nos regalaron los jugadores de uno y otro equipo. Empate a un gol en un campo complicado, sin las voces habituales en las gradas, pero con las complicaciones de siempre. Mendilibar volvía a enfrentarse a su ex equipo y lo hacía con algo que el Valladolid no pareció tener en el choque: una idea. Si bien es cierto que las bondades de un conjunto como el Éibar son esperables, las armas con las que pudo contar fueron suficiente para arañar un punto y que el Pucela no se llevara en la maleta de vuelta la victoria.
El partido no comenzó mal para los visitantes, con un ritmo más alto de lo esperado, con criterio a la hora de atacar y sin dar tiempo a los locales de rearmarse para el contragolpe. En uno de los primeros lances, en el siete de partido, Guardiola recibió con todo por delante para servir a Weissman en pase de la muerte, pero decidió el recorte vertical hacia portería, consiguiendo que Arbilla perdiera los nervios y el ‘7’ la estabilidad dentro del área. El penal lo convertiría Roque Mesa con un gran disparo ajustado al palo derecho de la portería de Dmitrovic.
Si algo se le podía achacar a este Valladolid era entrar con cierta falta de tensión en los minutos iniciales, lo que en muchas ocasiones dejaba sin posibilidades la reacción y desesperaba al aficionado. Todo se le ponía de cara a un Valladolid que ofrecía en esos primeros compases algunos de las mejores sensaciones de esta temporada, pero el conjunto armero no iba a relajarse. Poco a poco fueron cogiendo peso en los ataques, recurriendo a sus armas habituales: presión alta, asediar el área por los costados… En ese escenario, el Valladolid frenó las embestidas durante un tiempo, consiguiendo estar acertados en defensa en una de sus asignaturas pendientes: la defensa del área.
El empate del Éibar no tardaría en llegar en una de esas incursiones, esta vez desde la izquierda, en las botas de Bryan Gil, sensación del conjunto vasco esta temporada, que lograba recortar al lateral y encarar un pase con su pierna derecha hacia la cabeza de un hábil Kike García, que logró conectar lo justo ante la mirada de un Masip ya vencido. El uno a uno reinaba en el marcador y ambos equipos volvían a equilibrar oportunidades de cara al resultado final. Si bien Mendilibar no movió demasiado un patrón que se ha asentado en los partidos de su equipo, el Valladolid necesitaba recuperar unas sensaciones que con el paso de los minutos había comenzado a perder.
Ni Jota, ni Kike Pérez, ni Orellana fueron capaces de tener presencia a la hora de crear y acercar el balón a zonas donde pudieran generar peligro a los locales. Solo la capacidad de sostener el balón de Roque y la estabilidad de Weissman como referencia buscando los huecos para sorprender en área contraria parecían ser luces en el partido blanquivioleta. El partido siguió bastante apático en ambas áreas, a pesar de que la salida a la segunda parte mejoró algo la imagen de un equipo que no acababa de encontrar la fórmula para llegarle al conjunto de Mendilibar.
A base de acercamientos leves, que no desembocaron en ocasiones claras en ninguno de los bandos, se desarrolló el resto de un partido en el que la presencia en zonas laterales evitó que jugadores con más influencia a la hora de combinar o contemporizar pudieran hacerse ver con más facilidad. En los minutos finales, se pudo ver un Valladolid más preocupado por no conceder que por crear, con balones largos e intentando que las llegadas a la portería de Jordi Masip no fueran recurrentes. En ese contexto, desde el minuto setenta y cinco, el Éibar logró generar cinco córners y un disparo a portería bloqueado por Masip, frente a la casi inoperancia del equipo a nivel ofensivo.
Un empate que sabe a poco y a mucho a la vez, en una contradicción absoluta en la que parece vivir el Valladolid en las últimas jornadas. Otro punto para intentar sobrevivir en el alambre, en una liga que se pone complicada y en la que costará mantenerse sin que mejore el juego del equipo. De nuevo, costará vivir la semana con la esperanza de ver algo distinto la que viene, sabiendo que la sombra del descenso ya no está mirando desde lejos, sino que va rozando con claridad la zona en la que transita, lleno de dudas, el conjunto blanquivioleta.