El conjunto de Sergio González, que pudo ponerse por delante si Guardiola no hubiera fallado un penalti, suma una semana más sin conocer la victoria tras choque marcado por el descontrol
Llegó el Real Valladolid con grandes sensaciones tras lo demostrado en Valdebebas, pese a la derrota, ante el Real Madrid. Sin embargo, el conjunto de Sergio González sigue sin encontrar su juego, o al menos mantenerlo más de dos partidos consecutivos. Y es que el Pucela, que desaprovechó la oportunidad de ponerse por delante nada más empezar la segunda parte, cayó ante un Eibar que supo jugar los minutos finales de un partido sin dueño y sumergido en el descontrol total.
Con hasta siete novedades en el terreno de juego con respecto a Valdebebas, el partido comenzó con un leve, tímido incluso, dominio del Real Valladolid, que pareció querer proponer algo más que el Eibar. Fue el equipo de Sergio quien avisó primero, un centro lateral que Rafa Soares no acertó a despejar y acabó llegando a Sergi Guardiola, que vio la entrada de Orellana cuyo disparo acabó siendo desviado por un pie providencial de Dmitrović.
Tras este primer sobresalto en el partido, el Valladolid volvió a ser ese equipo ‘funcional’, que viene siendo habitual durante los últimos años. Proponedor de juego, pero incapaz de arriesgar más de lo necesario. A pesar de ello, enfrente tenía un equipo que tampoco pasa por su mejor momento, y es que el Eibar sufrió en los primeros compases para salir con el balón controlado, debido a la gran cantidad de hombres que el Valladolid aglomeró en su primera línea de presión.
Solo los chispazos de Toni daban un poco de vida a un partido que cambió por completo de rumbo con el penalti de El Yamiq. Un balón colgado desde el córner que el marroquí saltó para despejar, pero con tal mala fortuna que, tras rebotar en el pie de un jugador del Eibar, acabó por estrellarse en su codo. El VAR avisó al colegiado, que tras revisar en la pantalla pitó un penalti que resolvió con solvencia Esteban Brugos.
El Valladolid no podía permitirse bajar los brazos, y fue Toni Villa quien trató de dar vida al equipo. Primero tras una internada por la banda que acabó en el disparo del murciano y en la parada de Dmitrović. Pero fue a los pocos minutos después, cuando Kike Pérez vio la llegada de Nacho y filtró un pase exquisito para el lateral que vió la llegada de Toni Villa, que de primeras puso el esférico en el palo derecho, donde pegó antes de entrar. Empate y vuelta a empezar.
El resto de la primera parte fue un ida y vuelta por parte de ambos equipos, ansiosos por ponerse delante en el marcador antes del descanso. Entre tantas idas y venidas hubo una mano de Esteban Burgos, o al menos eso pedían los jugadores del Valladolid, pero el árbitro no lo consideró así.
Tras el paso por los vestuarios, el partido no se pudo poner más de cara para el Real Valladolid. Toni Villa se internó en el área y acabó derribado tras un pisotón de Mendia. La afición blanquivioleta ya vio a su equipo por delante en el marcador, pero Dmitrović acabó con toda la alegría pucelana tras detener, con una gran parada, el disparo de Guardiola.
Tras esto, el encuentro fue un ‘toma y daca’, sin que ninguno de los dos equipos fuera capaz de imponer su juego. Ambos conjuntos prescindieron de la medular y apostaron por el juego rápido, algo que obligó a Sergio a dar entrada a sangre fresca. Weissman y Óscar Plano entraban en el campo, aunque su presencia apenas influyó en el desarrollo del partido, que cada vez se puso más a favor del conjunto armero.
Fueron los cambios del Eibar los que sí mejoraron las prestaciones de su equipo, y eso que el conjunto vasco jugó con uno menos la mitad de la segunda parte debido a la expulsión de Diop. A partir de entonces el partido entró en una espiral de locura, donde continuó las idas y venidas de ambos equipos, aunque muchas de ellas sin tener muy claro qué hacer. Pero fue el Eibar quien dominó o, al menos, el que más propuso para llevarse el partido.
Y tras una falta por una mano, que primero el árbitro señaló como penalti pero que el VAR dictaminó que fue fuera del área, que terminó con el disparo raso de Inui que sacó Roberto con una gran estirada, llegaría el gol de la victoria del Eibar. Arbilla, a duras penas, llegó hasta la línea de fondo y puso un centro hacía el corazón del área, un balón franco para Nacho, que pecó de confianza, al que se le adelantó Rodrigues, que se elevó por encima del lateral del Valladolid y, con un excelente cabezazo, envió el balón al fondo de la red.
El cuadro vallisoletano, que sigue sin encadenar más de dos partidos con buenas sensaciones, prorrogó una semana más su racha en liga sin conocer la victoria y sigue hundiéndose en la clasificación. Todo lo contrario que los de Mendilibar, que sumaron sus primeros tres puntos que dan vida y les permiten alejarse de los puestos de descenso.