El centrocampista, que no llegó a cumplir con las expectativas generadas en su paso por el Real Valladolid, milita en el Lech Poznan de la primera división polaca

En los últimos años, los ojos de medio mundo se han comenzado a fijar en Portugal. Nuestro vecino, tantas veces infravalorado por los que vivimos al otro lado de la frontera, deslumbra con esa tranquilidad con la que afrontan la vida. Sus encantos enamoran hasta al más escéptico, aunque el peaje a pagar, más en estos tiempos atípicos, sea la saudade.
Pero no todos éramos desconocedores del país luso. Algunos, como el Real Valladolid, llevan años buceando en su caja de los sueños, aunque no siempre con el resultado deseado. Uno de los jugadores que llegó en ese idilio, precisamente para matar esa melancolía y volver a ser feliz, fue Pedro Tiba.
El centrocampista, como buen portugués, llegó de manera discreta en el cierre del mercado estival de 2015, cedido por el Sporting Clube de Braga, con el que había hecho una campaña más que notable –jugó 32 partidos en liga y marcó tres goles–. Sin embargo, no entraba en los planes del técnico, Paulo Fonseca, por lo que puso rumbo a Valladolid.
Anteriormente, Tiba había forjado su carrera a fuego lento, escalando desde clubes humildes hasta llegar a la Primeira Liga. Su andadura comenzó en el CA Valdevez, el equipo de su localidad. Tras una breve experiencia en el AGS Kastoria griego, en el que solo disputó un partido, volvió a Portugal para seguir con su camino hasta la élite. Su despunte en la 2013/14, en el Vitória Setúbal, le llevó a fichar por os arcebispos, con los que logró el cuarto puesto y la clasificación para la Europa League. Fue entonces cuando recibió la llamada de la selección portuguesa, aunque no llegó a debutar.
Con tal historial, su cesión sorprendió a la afición minhota, a la par que la parroquia blanquivioleta recibía con buenos ojos su incorporación. Bajo las órdenes de Garitano, venía para cubrir la figura de ‘ocho’, avalado por su verticalidad y su capacidad para llevar el peso en las transiciones, así como por su llegada en segunda línea. Con todo, la falta de concreción de su figura le hizo generar dudas en el inicio de esa 2015/16 y, finalmente, se quedó lejos de las expectativas que había creado, pese a los 1.584 minutos disputados.
Sin embargo, tampoco su regreso tuvo el resultado deseado. Pese a que en un inicio parecía que se había ganado la confianza del técnico, José Peseiro, su segunda etapa como gverreiro acabó con la exigua cifra de 255 minutos y una cesión en invierno al GD Chaves. En el cuadro transmontano estuvo una temporada y media, tiempo suficiente para jugar 50 partidos, en los que anotó 13 goles, y hacerse con el brazalete de capitán.
Así, tras un nuevo ‘renacer’, el Lech Poznan llamó a sus puertas en la 2018/19, en la que los polacos jugaron la Europa League. Con tres años de contrato, se ha erigido como una pieza clave en su juego. Recientemente, el club ha tenido que salir al paso de los rumores que le situaban fuera de la disciplina ferroviaria, por lo que Tiba continuará buscando en la máxima categoría de Polonia la felicidad que le permita matar a saudade.