El madrileño, con un golazo, consiguió desequilibrar el encuentro a un minuto del final tras un encuentro en el que el Real Valladolid jugó en superioridad numérica casi todo el encuentro
Foto: LaLiga
El primer partido del Real Valladolid tuvo absolutamente de todo. Sorpresa en la alineación titular en la que se colaba el joven Salisú, debutante en la máxima categoría del futbol español, expulsión al minuto ocho del cancerbero del Betis, lesiones de los delanteros Sandro Ramírez y Borja Iglesias y un final de infarto que sirvió como pequeño adelanto de lo que le espera al conjunto blanquivioleta durante esta temporada.
El estreno liguero del Pucela tuvo, sin duda, absolutamente de todo. Pero, sobre todo, lo que tuvo fue un final feliz. Porque una genialidad de Óscar Plano en el minuto 89 sirvió para que los vallisoletanos sumaran sus primeros tres puntos de la competición y lograran su segunda victoria a domicilio contra los andaluces de forma consecutiva.
La tarde de domingo en el Benito Villamarín comenzó con el ambiente de las grandes citas. Un estadio a reventar coreaba el himno a capella, dibujando un escenario imponente a la par que añorado tras varias semanas de pretemporada. Onces sobre el césped, foto reglamentaria y a jugar. Comenzaba así la campaña 2019/20 con un Pucela que presentaba un esquema de corte defensivo, pues acumulaba en el banco efectivos como Porro o Waldo.
Poco hizo falta para darse cuenta de que los partidos de verano habían finalizado y se había dado paso a un escenario completamente distinto. Apenas pasado un minuto de encuentro, el lateral verdiblanco Pedraza y el delantero Guardiola cruzaban miradas en una pequeña tangana que tendría su réplica en los instantes finales de partido, ya con las pulsaciones más altas. Sandro probaba fortuna desde fuera del área y mostraba su hambre de gol. La Liga estaba en marcha. Se podía respirar fútbol.
El propio Sandro se iba a convertir en protagonista apenas cinco minutos después de aquel trémulo disparo al provocar la primera gran ocasión del partido. Delicatesen de Alcaraz que filtraba un balón perfecto desde el medio campo y dejaba solo al nuevo delantero del Real Valladolid. Sandro tocaba lo justo para recortar al guardameta Joel, quien salía al cruce para achicar espacio, pero llegaba tarde y derribaba al canario en el borde del área. El colegiado lo tenía claro. Roja y a la calle.
El suplente Dani Martín entraba para sustituir a su compañero en detrimento de Joaquín, directo al banquillo con la cabeza gacha. Las cosas se ponían de cara para los visitantes, aunque antes de que el Pucela lanzara el libre directo, que acabó con mano involuntaria de William Carvalho, Sandro se echaba las manos al muslo y obligaba a Sergio a mover ficha. Ünal dentro y el Betis a remar con uno menos. Botón de reinicio. Era otro partido.
A los de Pisuerga les vino bien la expulsión bética y empezaron a tocar más cómodos, más seguros. No obstante, no duró mucho el dominio pucelano. De hecho, duró hasta que quiso Fekir. El flamante fichaje de los andaluces se puso el mono de trabajo y comenzó a dar muestras de su calidad. Con el francés a los mandos los de Rubi cogieron oxígeno y aprovecharon las carreras por banda de Tello y Emerson, dos auténticos puñales a lo largo de todo el choque.
El calor asfixiaba y la pausa para la hidratación servía a ambos técnicos para reajustar sus piezas. El final de la primera parte dejó a un Borja Iglesias dolorido, que cedió su puesto a Loren en el intervalo y que se fue a la caseta sin provocar apenas ocasiones de peligro, en parte gracias al esfuerzo de un correctísimo Salisú y a las ayudas en defensa de un hiperactivo Antoñito: algo que le restó precisión en ataque.
En la segunda parte el Betis se hizo más grande y supo gestionar sin problemas la inferioridad numérica. Se antojaba más próximo el tanto de los sevillanos hasta que Sergi Guardiola, de lo mejor del Real Valladolid, se consiguió sacar un zapatazo desde fuera del área, cruzado, raso y al palo largo con el que adelantaba a su equipo en el minuto sesenta y tres. El ariete lo celebraba con rabia y sonreía al cielo. Eso sí, quedaba trabajo por delante. Y es que apenas sin tiempo para celebrar el gol, Loren Morón aprovechaba un despiste de la defensa blanquivioleta y una gran dejada de Carvalho para empatar el choque a falta de veinte minutos para finalizar el duelo.
Con la nueva pausa para agua, los dos equipos daban síntomas de agotamiento. Se sucedían los fallos por parte de sendas plantillas y el atasque ya era significativo. Waldo entraba al césped para meter frescura y vaya si lo notaron sus compañeros. Tal es así, que de sus pies nació el pase que recibió Plano dentro del área, instantes antes de que este se sacase de la chistera un tanto de ensueño.
El madrileño, que no había estado muy acertado hasta el momento, se valió de un perfecto control orientado y un disparo con calidad extraordinaria a la media vuelta para poner el 1-2 definitivo. Ni si quiera un final loco con cuatro minutos de descuento en los que el Masip tuvo que esforzarse para detener una chilena de Loren, invalidada por fuera de juego, consiguieron mover el marcador y arrebatar tres puntos importantísimos que ya se añaden al casillero del Pucela. Ahora, Zorrilla espera su turno.