El gol del valenciano permite al Pucela salir de los puestos de descenso, meter al Girona en la pelea por la salvación y sumar su cuarta victoria en el José Zorrilla esta temporada
Hay momentos que se quedan grabados en la mente. Por significado y trascendencia, existen instantes que no se olvidan, por mucho que pase el tiempo. Solo este decidirá la importancia que tendrá el gol de Míchel ante el Girona en la historia del Real Valladolid, pero lo que está claro es que no podrá explicarse la temporada 2018/19 sin mencionarlo.
Porque el Pucela se jugaba las aspiraciones de permanencia ante un rival directo y sin red. Lo sabía y lo demostró, dominando más y llevando la batuta del choque, pero pecando de esa falta de contundencia conocida a la hora de transformar las ocasiones en goles.
Solo el propio valenciano, en un intento de gol olímpico, y Waldo, que terminó estrellándose en el guardameta Bono, levantaron el ‘uy’ en la grada. Con el paso de los minutos, los de Eusebio fueron desentumeciéndose, y el José Zorrilla comenzó a contener el aliento
Podría haber cambiado la historia Sergi Guardiola justo antes del descanso. Enes Ünal, con un buen pase, superó a la zaga y le puso el balón en bandeja, pero la jugada quedó invalidada por posición antirreglamentaria del balear.
Y entonces, llegó Míchel. Después de una magnífica jugada de Ünal, en la que controló y se giró ante tres defensores, el balón le cayó al ’21’, que armó un potente derechazo. La pelota, al fondo de la red, y la grada, un estallido de alegría. Lo que cambia la vida en un instante.
Tocaba sufrir, y lo supo hace el Real Valladolid. Con oficio, cerrándose bien atrás, ante un Girona herido que caía en la lucha por evitar el descenso y que perdía el goalaverage con los blanquivioletas. Aún así, hubo tiempo para los sustos, como el de Pere Pons, que obligó a Masip a meter el pie y desviar el esférico.
O en ese córner, con el tiempo a punto de cumplirse, que recordó demasiado a lo sucedido en Butarque, y que toda la hinchada blanquivioleta defendió con el alma. También pudieron sentenciar los de Sergio González con un remate de Guardiola que se fue alto o con el disparo de Toni, encimado por un defensor, que se marchó rozando la madera en la última contra del choque.
Con el pitido final, llegaron los gritos, las lágrimas (por fin, de alivio) y las consignas de que sí, se puede. Los ansiados tres puntos terminaron cayendo del lado del Real Valladolid, que abandona el descenso y logra la cuarta victoria del curso ante su afición. Un instante, un momento, que ya pasará a la historia del Pucela y que puede ser el cambio de rumbo necesario para seguir un año más en Primera División.