Después de unas dilatadas negociaciones y de no poder firmarlo en verano, el Real Valladolid ha conseguido fichar a Sergi Guardiola, quien debe garantizarle los goles que hasta ahora no ha podido marcar

La pujanza económica del Getafe CF y las actitudes negociadoras de su presidente, Ángel Torres, han provocado que el Real Valladolid no haya podido disponer de su nueve ansiado hasta el veinticinco de enero, fecha de confirmación del fichaje de Sergi Guardiola. Después de que la entidad del sur de Madrid prometiera cubrir de alhajas en verano al Córdoba (en diez millones de euros estaba cifrada la opción de compra) y de que enredase todo este mes queriendo sacar tajada (se habla de un millón de euros, cuando sus derechos federativos eran suyos solo hasta el treinta de junio), el ariete murciano por fin está donde, ahora sí, quería estar.
Deseado ya durante el mercado estival, entonces tanto él como su club se decantaron –como otros puntas– por un movimiento a priori más ventajoso revertido ahora por la necesidad de minutos del jugador y de solvencia económica en el corto plazo de su hasta ahora propietario.
Acuaciado por los impagos, el Córdoba pretende que el dinero a ingresar por él y por Aguado sea una tabla de salvación que para el atacante lo será de distinto modo: será la manera de entrar en la élite de una vez por todas, después de solamente asomar en estos seis meses por mor de la durísima competencia que encontró en Ángel, Jorge Molina y Jaime Mata. Más joven que los tres (tiene veintisiete años, mientras que la terna ya ha superado la treintena) y con menos horas de vuelo (apenas un curso completo en Segunda), podría haber sido una sorpresa, negada por los diecinueve goles que sumaban sus competidores antes de su partida.
Porque capacidad tiene, como ha venido demostrando a lo largo de las últimas cuatro temporadas, en las que ha marcado 54 goles a pesar de que la mitad de dos de esas campañas las pasó casi en blanco, igual que el inicio de la presente. Sin contar los 165 minutos de que ha dispuesto como jugador del Getafe, promedia un tanto cada 172 minutos, bagaje que, sin duda, vendrá bien a un Sergio González carente de mordiente arriba y que, como el Eldense, el Granada B, el Real Murcia y el Córdoba, le dará oportunidades para que se pueda mantener en esas cifras.
No en vano, el pasado curso fue el tercer máximo goleador de Segunda División, con veintidós perforaciones (hizo también dos en Copa), las mismas que Borja Iglesias, adquirido en verano por el Espanyol por diez millones de euros, cifra que –edad al margen: ‘El Panda’ tiene dos años menos– da una medida aproximada del valor real que puede tener, puede que superior a los tres millones que se estima que el Real Valladolid ha desembolsado.
El delantero que Sergio necesita
El acierto goleador de Sergi Guardiola está fuera de toda duda en Segunda B y en Segunda, pero debe todavía probarlo en la máxima categoría. Sin embargo, teniendo en cuenta sus características, parece ser el nueve que Sergio González necesita para sublimar su estilo de juego al margen (en parte) de esa capacidad. Sin ser exactamente lo mismo, viene a ser lo que podría haber seguido siendo Jaime Mata.
Corpulento como el madrileño y con una estatura semejante, el jumillano será un activo mayor en las transiciones debido a que, además de todo lo anterior, suma velocidad, lo que le permite desasirse del último marcador con metros por delante en ese tipo de jugadas con solvencia.
Aunque zurdo de pierna preferente, maneja con soltura la derecha, con la que vio puerta también unas cuantas veces el año pasado. Rematador estético con ambas y en cualquier condición, domina el área y la gana en busca de los centros o de los disparos en primera instancia de compañeros para cazar un eventual rechazo, frecuentemente en una segunda zona de remate, tendente al segundo palo.
Seguramente maneje mejor el tiro con el pie que los remates aéreos, cuestión en la que Mata podía destacar más, aunque en su haber cuenta con más de un testarazo vencedor. Y cuando pica al espacio con un desmarque de ruptura lo hace con mayor velocidad que cuerpeo, diferencia que le puede llevar a dar preferencia a ese movimiento sobre el desmarque de apoyo.
No es un delantero boya como Duje Cop, más propio del área y con menos recursos fuera de ella, pero, como él, tiene aptitudes para jugar de espaldas y retener el balón, y puede hacerlo en una altura más baja, desde la cual puede ser el punta de tránsito y juego que Ünal aún no ha podido o sabido ser. Volviendo a la comparación con el pichichi del año pasado, también sabe lo que es caer a banda, si bien da prioridad a los pasillos interiores sobre la cal. En esa zona intermedia dibuja unas paredes de las cuales Toni u Óscar Plano se podrán beneficiar, merced a su técnica, como lo hará Pablo Hervías con su remate a los centro bajos o media altura.
Con esos matices en el juego, guarda similitudes con Jaime Mata en que puede empujar a los centrales hacia su área, aunque la gestiforma del cuerpo no sea siempre la misma (a priori, más perfilado y dispuesto a la ruptura frente a una mayor orientación de descarga del que hasta ahora era su compañero), y a buen seguro eso sea lo que haya llevado a insistir en su fichaje desde meses atrás, y también, al desembolso realizado. Visto lo visto, no parece que su encaje en el ecosistema vaya a ser tan complicado. Ahora solo falta que, como todo el mundo quiere, empiece a hacer goles.