El delantero del Getafe dio ventaja a su equipo en el tiempo agregado de cara a la vuelta, en la que el Real Valladolid deberá hacer mucho más para pasar
Prometían intensidad Getafe y Real Valladolid en la ida de los octavos de la Copa del Rey, y sí pero no. No tiraron la eliminatoria, como vulgarmente se dice, pero tampoco dejaron actuaciones para el recuerdo (si acaso al contrario). Después de la frialdad de los noventa primeros de encuentro, que no choque, todo parecía abocado a que Zorrilla decidiera en la vuelta, pero el tanto postrero de Ángel, en una jugada de Jorge Molina, dio ventaja a los azulones.
Después de que no hubiera ocasiones durante mucho tiempo, la primera fue muy clara, tanto que Yoel evitó el gol con un paradón en un cabezazo de Cristóforo en una acción a balón parado. Fue en el minuto 65; hasta entonces, la nada. Como nadie quería conceder espacios y ocasiones al enemigo, jugaron de usted, con un respeto anodino que Verde, en una carrera larga en la que temió la salida de Chichizola, apenas amagó con romper.
El debut de Salisu fue la nota positiva, por el hecho en sí y por el rendimiento, óptimo en ese contexto de baja exigencia. El central ghanés fue el encargado de sacar el balón desde atrás, aunque lo cierto es que la posesión fue más bien del Getafe, bien por concesión del Pucela, porque debía tenerla por aquello de ejercer de local o por lo que fuera.
Quizá sabedores de la velocidad de Leo Suárez y Verde y de la presunta de Ivi, los de José Bordalás no se desmelenaron, aunque bien podrían haberlo hecho si por López fuera. Él y Duje Cop –sobre todo– desaprovecharon una oportunidad que habrá que ver si no es definitiva a ojos de Sergio y de la dirección deportiva, yque seguramente lo sea para la afición, que ya venía reclamando –también– refuerzos arriba.
Porque el Real Valladolid volvió a ser inofensivo en ataque, lo cual no fue un problema en la primera mitad, en la que tampoco recibió una sola ocasión de un Getafe que formó de inicio con el delantero ansiado, Sergi Guardiola, y que cuando quiso más metió a Ángel y Jorge Molina (otro viejo objeto de deseo blanquivioleta).
Molina fue protagonista de una jugada con Sali en la que todo azulón despierto pidió penalti, sin que el colegiado ni el debutante VAR (¿milagro?) lo decretaran. Para entonces, Cristóforo ya había puesto a prueba los reflejos de Yoel, encimado en los minutos siguientes por el arrojo local. Fue tal este que los pucelanos se vieron un tanto agobiados un rato, aunque a base de pelotazos largos se desasió un tanto de un dominio menos constante pero igualmente existente del ‘Geta’.
Lo intentaron los locales hasta el final, aunque sin encontrar esa continuidad, mientras que Keko, él sí, activó el ataque. Pero de nada sirvió, porque los tres ingresados por Bordalás fueron decisivos: Portillo, Molina y Ángel participaron en el uno a cero, que llegó ya en el tiempo agregado para convertirse en un mazazo poco esperado entonces, pero justo, porque el único que hizo por ganar y tenía recursos para ello fue el que lo hizo.
Con todo, la eliminatoria queda abierta para la vuelta, a pesar de esa desventaja, si bien mucho ha de hacer el Pucela para pasar, visto lo visto, no tanto por el escaso funcionamiento de la segunda unidad como porque a esta también le falta un delantero. Si de aquí a allá llega uno y el conjunto de Sergio se anima, otro gallo podrá cantar.