Miguel Ángel Gómez, la llegada de Sergio González o la cabezonería de Luis César Sampedro son instantes que han marcado una histórica temporada
Quién lo iba a decir, pero el Real Valladolid es equipo de Primera División después de una temporada que ha sido como una montaña rusa de emociones, con momentos en los que el que el equipo pucelano estaba en lo más alto para acabar en una bajada que parecía casi imparable. Varios momentos de una temporada ha hecho que pensar que un año más el Pucela pasaría sin pena ni gloria por la Segunda División, pero un simple cambio en el banquillo ha servido para que el equipo explotara definitivamente para logar el ansiado sueño del ascenso a la que es llamada ‘La mejor Liga del mundo’.
Ambición y sabiduría: la llegada de Miguel Ángel Gómez
Un 16 de junio de 2017, el Real Valladolid anunciaba la llegada de Miguel Ángel Gómez como nuevo director deportivo del club tras la marcha de Braulio al Osasuna. La mano derecha de Monchi en el Sevilla comenzaba una nueva aventura en tierras pucelanas con la difícil misión de estructurar una plantilla competitiva que con la que poder ascender a Primera División a pesar de un presupuesto muy ajustado. Rodeado de sus hombres de confianza ha tenido que tomar múltiple decisiones importantes, tal y como fue la destitución del entrenador que él había elegido y buscar al candidato idóneo para sustituirlo. Casualidades de la vida, justo de 365 días después de aterrizar en las oficinas de Zorrilla ha conseguido devolver al equipo a Primera.
Luis César Sampedro, la primera piedra del proyecto
La primera tarea de Miguel Ángel Gómez nada más llegar a Pucela fue confeccionar una plantilla con la que luchar por ascender a Primera, pero para ello necesitaba un entrenador, una persona capaz de llevar a cabo esa ardua tarea. Muchos fueron los nombres que se barajaron, pero finalmente el elegido fue Luis César Sampedro, un entrenador que tenía el gran reto de su carrera con el Real Valladolid. Codo con codo Miguel Ángel y Luis César confeccionaron una plantilla muy atractiva con los mimbres que ya había y los jugadores que llegaron. En líneas generales, el plantel destacaba con jugadores ofensivos y de gran polivalencia.
Una salida dolorosa y el fichaje que nunca llegó
Uno de los momentos más difíciles de la temporada del Real Valladolid llegó con la salida de Jose Arnaiz del club que le vio crecer como jugador. Por desgracia y por mucho que doliera a la afición su marcha era necesaria para poder afrontar de nuevos jugadores, así como insuflar de dinero las maltrechas arcas del club. Hizo la pretemporada con el equipo e incluso llegó a disputar el primer partido de liga con el equipo, anotando su último gol como blanquivioleta ante el Barça B, equipo en el que acabaría tan solo unos días después a cambio de 3’5 millones de euros. Igual de dura fue la situación con el no fichaje de Alfredo Ortuño por el Real Valladolid, cuyo fichaje al filo del cierre del mercado no llegó a concretarse nunca. Se trato por todos los modos que el delantero vistiera la elásticas blanquivioleta, pero eso nunca pasaría porque tampoco era lo que quería el jugador que desapareció de un día para otro.
El principio del fin
“Contra otro tipo de equipos, con 2-0, no hay nada que hacer y contra el Valladolid, al igual que puede golearte, te puedes meter en el partido”. Estas palabras de Jagoba Arraste el 3 de diciembre tras la remontada del Numancia en Zorrilla cayeron como un jarro de agua fría tanto en la afición como en la directiva pucelana porque era una realidad de lo que vivía el equipo de Luis César, mucha mordiente arriba, pero muy frágiles en defensa. Aquel partido marcó un antes y un después por el que técnico gallego tendría que tomar decisiones importantes.
Cambio de sistema ficticio
La derrota de Numancia dejó tocado al Real Valladolid y Luis César Sampedro del que se decía que su puesto comenzaba a pender de un hilo. Ante esto el técnico tuvo que renunciar a su filosofía de la mejor defensa es un buen ataque porque estaba demostrado que su sistema kamikaze solo podía crear más problemas. Por lo tanto, durante varias semanas se probó con un cambio que no se llevó a cabo hasta el primer partido de la segunda vuelta ante el Barça B, en el que el equipo pareció más sólido defensivamente y consiguió un importante triunfo. El equipo dio un cambio que acabó por ser un simple espejismo, ya que al poco tiempo volvió a ser lo mismo de siempre, lo que acabaría por condenar al técnico.
Salida de tono inesperada
El 2 de marzo la sala de prensa del Estadio José Zorrilla vivió una de las situaciones más inverosímiles de los casi 90 años de historia del club vallisoletano. Nada superará la destitución en directo de Vicente Cantatore durante el programa de radio de José María García, pero salida de tono de Luis César en aquella rueda de prensa previa al encuentro ante el Rayo Vallecano, dejó a más de uno con las ganas cesarle ese mismo día. El técnico abrió la caja de Pandora después una semana en la que el club ya le buscaba sustituto y soltó todo lo que tenía dentro y a pesar de sus disculpas posteriores, sus días como técnico blanquivoleta estaban más que contados.
Sergio, el héroe silencioso
Los resultados del equipo no mejoraron con Sampedro y el club tuvo que tomó la decisión de prescindir de los servicios del técnico pontevedrés a falta de ocho partidos. Con toda la confianza de Carlos Suárez y Miguel Ángel llegó Sergio González, cuyo nombramiento no creó demasiadas expectativas entre la afición. El técnico cogió el equipo en undécima posición, a tres puntos del play-off y desprendiendo unas sensaciones pésimas; además, a ello le tenía que sumar que su primera piedra de toque sería el Sporting de Gijón, que llegaba como un tiro. Primer partido y primera derrota, pero las sensaciones eran muy diferentes. El principio del cambio.
El punto de inflexión
Un equipo que aspira a luchar por ascender a Primera División no puede permitirse el lujo de ser endeble lejos de su estadio y tampoco no conseguir una racha de victorias consecutivas que consigan meterte en la parte de la tabla. La llegada de Sergio al Real Valladolid fue un soplo de aire fresco que hizo del Pucela un equipo temible jornada tras jornada. Así logró que el conjunto blanquivioleta mejora en defensa y pudiera lograr tres victorias consecutivas y cinco jornadas sin perder para depender de sí mismos para entrar en el play-off. Un punto de inflexión que valdría para mucho más que alegrar a la afición.
Apisonadora blanquivioleta en los play-off
Tras clasificarse para la promoción de ascenso, el Real Valladolid ya había cumplido el objetivo número de la temporada, pero el sueño de Primera estaba demasiado cercando como para renunciar a él. Lo ocurrido en esta promoción todo el mundo la conoce ya, el Pucela pasó de ser un equipo temible a una apisonadora ante la que ni Sporting ni Numancia pudieron hacer frente. Sergio consiguió sumar a la facilidad de hacer goles una defensa casi impenetrable, amén a la recuperación de jugadores que han sido vitales, como Míchel o Toni Villa, desaparecidos con Luis César. Al final el Real Valladolid barrió al Sporting en dos partidos que la afición pucelana difícilmente olvidara y en la final dejó al Numancia sin opciones con incontestable 0-3 en los Pajaritos. El ascenso lo selló el pasado sábado con un gol del de siempre, el pichichi Jaime Mata.