Solo los mejores líderes entran a formar parte de la historia. Hazañas como la del entrenador del Real Valladolid serán recordadas como en el pasado fueron las de algunos generales

Aníbal Barca es considerado por muchos historiadores uno de los mejores generales de la historia. Su mayor hazaña fue poner en jaque a una Roma en la que una generación entera no había sufrido retrocesos en sus fronteras. Aníbal cogió un ejército que apenas había luchado contra tribus íberas y lo hizo casi invencible.
El general cartaginés estaba obcecado en destruir Roma. Tras la muerte de su padre, las tropas de Hispania le nombraron comandante en jefe y ahí empieza su historia. Inició la guerra contra Roma conquistando Sagunto y, tras preparar bien a su ejército, se decidió a cruzar Los Pirineos. Llegó a una zona que no controlaba; se la jugaba constantemente pues las alianzas forjadas con los galos podían cambiar constantemente.
Consiguió pasar la actual Francia sin problemas, y lo que es más, consiguió salir reforzado de aquel territorio donde ya tuvo alguna escaramuza con los romanos.
Pero su hito y por lo que es recordado 2.000 años después es por su paso a través de Los Alpes. Infantería, caballería y elefantes pasaron la enorme cadena montañosa del norte de Italia. Según recogen los historiadores, no fue nada sencillo; muchos murieron de frío o de hambre, el ejército estaba sin moral y su liderazgo se puso en duda.
Pero lo consiguió. Cruzó Los Alpes. Y tras pasarlos, Roma esperaba, esta vez en territorio propio. En la batalla de Tesino, pese al agotamiento cartaginés, los romanos tuvieron que salir huyendo. Lo mismo que sucedió poco después en la batalla del Trebia; Cartago avanzaba hacia el sur de la península itálica.
No mucho tiempo después llegó la aplastante victoria del Lago Trasimeno, en donde los cartagineses destruyeron un ejército romano al completo. Tal fue la ofensa y el peligro que suponía para Roma que Aníbal estuviese cada vez más cerca de Roma que el Senado de la República ordenó crear el mayor ejército romano hasta esa fecha.
La batalla de Cannas supuso un antes y un después. La aplastante victoria de Aníbal sobre los romanos marcó el comienzo de diez años de presencia cartaginesa en la península itálica, provocando el pánico de Roma y haciendo vivir a esta una situación excepcional pasando de enfrentamientos campales a una guerra de desgaste que se prolongó durante un decenio en suelo itálico
¿Que qué tiene esto que ver con fútbol? Nada. O sí. A alguno de los seguidores blanquivioletas quizá se le asemeje la figura de Aníbal a la de cierta figura del Real Valladolid… alguien que cogió el equipo y lo llevó a hacer historia… ¿Carlos Suárez? No. ¡Sergio, tiene que ser Sergio! Sí, efectivamente, Sergio González es nuestro Aníbal.
Tras la muerte de Luis César –entiéndase como figura metafórica–, Sergio fue designado como comandante en jefe. No tenía una misión fácil. Primero tenía que llegar a los Alpes y, para ello, tenía que cruzar los Pirineos, es decir, clasificarse para el play-off. No era tarea fácil, pues por delante solo tenía ocho jornadas. Hubo escaramuzadas contra los que más tarde fueron los objetivos –Sporting y Numancia– y pese a perder en la primera, el equipo salió reforzado.
Llegaron los Alpes; la promoción. Y al otro lado esperaba el Sporting. Como le sucedió a Roma, ellos tampoco habían previsto la situación; tuvieron en su mano el ascenso directo. Pero ahí estaban, los blanquivioletas, fatigados después del largo final de temporada, y los sportinguistas, descansados tras saberse fuera del ascenso directo en la última jornada.
Y entonces se produjo la primera victoria decisiva de Sergio González ‘El Ascensorista’, 3-1 en Zorrilla y sensación de superioridad. Y poco después se confirmó el peligro del Real Valladolid, 1-2 en El Molinón. Roma estaba más cerca. La Primera División se podía sentir.
Entonces llegó el Numancia. Si el Pucela pareció peligroso en las semifinales dle play-off, el Numancia más. Había eliminado al que se había erigido como el gran favorito por la inmaculada trayectoria que llevaba, el Zaragoza. Así, pues, los numantinos salieron al encuentro.
En la batalla de Los Pajaritos, al igual que sucedió en el Lago Trasimeno al comienzo de la refriega, los locales estaban seguros en si mismos y dominaban el terreno. Pero una jugada maestra del general pucelano, con una táctica y un planteamiento excelente terminó con una apabullante victoria blanquivioleta sobre los de Jagoba Arrasate. 0-3.
Y tal y como Roma preparó el mayor ejército de su historia en busca de la batalla definitiva, el Numancia acudió a Zorrilla con el cuchillo entre los dientes, era ganar o morir. Era, sin duda, un enfrentamiento que entraría de lleno en la historia. Y Sergio lo volvió a hacer. Ganó y conquistó. Ganó y ascendió. Roma a la vista. Primera a la vista. Sergio, el comandante en jefe Del Real Valladolid.