El Real Valladolid ha probado que su apuesta por la cantera es real con la renovación de varios de sus canteranos más preciados

Al Real Valladolid se le ha acusado en los últimos años de despreciar la cantera, o cuanto menos de denostarla. No es el caso del Real Valladolid actual. Aunque algunas decisiones controvertidas tomadas en algún momento pudieran poner en duda la firmeza de la apuesta –‘caso Watford’, que llegó a minar la afirmación de que se confiaba–, las renovaciones de sus jugadores más preciados de las categorías inferiores desmienten aquella creencia y suponen la primera piedra de la base del futuro.
Aunque se pueden discutir diferentes aspectos de la planificación realizada por la dirección deportiva, lo que es innegable es que, como dijo aquel, la paciencia es la mayor virtud del ser humano, y así, pacientemente, se han ido abriendo paso varios futbolistas señalados como parte de ese futuro del club, y otros, que quizá no lo han hecho por diferentes factores, todavía tienen tiempo, bien dentro de lo que queda de curso o dentro de lo que les queda de vínculo.
Desde la negativa a dejar salir en el mercado estival a Toni y Anuar –quienes dudaron, razonablemente– hasta sus posteriores renovaciones y las de Miguel, Calero, Salisu, Pablito, Mario Robles y Apa, las cuatro últimas en fechas recientes, los movimientos han sido concisos: con estos movimientos se les da la oportunidad de seguir progresando, de hacerlo en una casa que conocen y que es suya, y en la que puede que no encuentren un favor ferviente, pero desde luego, al menos a priori, sí justicia.
Y es que la lógica no invita a otra cosa. Con independencia de su mayor o menos éxito en la temporada que se encuentra en sus estertores, el estampado de sus rúbricas es prueba de mesura. Ahora es tiempo de que ellos continúen por la senda marcada y se ganen llegar arriba, abrirse no solo las puertas del primer equipo, también de los corazones de una afición que ya mima a los que estos años han llegado.
El Real Valladolid ha caído en la cuenta al fin de que el futuro siempre empieza hoy, y muchas veces cerca. Cierto es, de los mencionados uno, Sali, ha sido captado esta misma campaña, como que no debe rechazarse la captación que le trajo como vía para mejorar. No menos lo es que en el pasado se cometieron errores porque no hubo un camino que ahora sí está señalado. Nadie tiene un cheque en blanco, ni debe tenerlo, pero sí al menos se debe conceder una oportunidad para crecer al calor y el abrigo necesitados.
Para demostrar que se cree en la cantera no hace falta entregar el peto de titular sin condición a un canterano; ni mucho menos un dorsal del primer equipo que no se haya ganado. Basta con generar contextos propiciatorios como los contratos renovados por varios puntales y aquella virtud, la paciencia, con los firmantes o los que estén por asomar o firmarse para que prueben –o no– que están preparados.
Si el movimiento se demuestra andando, por ahora en Zorrilla caminan, se mueven. Ojalá continúen haciéndolo en el futuro y sepan inculcárselo a quien ocupe entonces el banquillo, ya sea Sergio González u otro. Si el futuro empieza hoy, el del Pucela ya ha empezado, y eso, a veces, también hay que defenderlo; enseñarlo. La paciencia, al fin y al cabo, también se educa.