El Real Valladolid se encuentra a solo un punto del play-off, algo que no sucedía desde la jornada quince
Después de la tormenta siempre llega la calma, dice el dicho. El refrán, tan manido, apareció incluso en una famosa canción, y a buen seguro aparecerá en innumerables manuales de autoayuda o, a la sazón, de prosa poética, que es lo que hoy en día está más en boga. El Real Valladolid seguramente pueda atestiguarlo; la tempestad ya pasó, los últimos resultados abrazan la esperanza, ya que, tras los recientes, el conjunto blanquivioleta está a solo un punto del play-off.
Aunque los silbidos que hubo en Zorrilla en algunos momentos invitan a pensar que la afición no está del todo contenta con el juego del equipo –y en parte con razón–, lo cierto es que los de Luis César se han beneficiado de los marcadores adversos de sus rivales y de su mejoría con respecto a la primera vuelta, en la que a estas alturas había sumado tres puntos menos, diecinueve, frente a los veintidós de los mismos trece encuentros en este segundo tramo de temporada.
Así, ha recortado cuatro unidades en estas jornadas transcurridas de la segunda mitad de campaña, saltando de la décima plaza a la séptima. Pero, por si esto no fuera suficiente para abrir una ventana al optimismo, está a esa distancia mínima por primera vez desde la decimoquinta fecha.
Si la primera vuelta terminó con el Real Valladolid con cinco puntos de desventaja, que han llegado a ser seis en algún momento del curso, después de estar desde la vigesimosegunda jornada a dos o tres puntos, el único que le separa de las seis primeras plazas convierte el próximo enfrentamiento ante el Nàstic en Tarragona en uno de mayor importancia si cabe, puesto que podría ser el del asalto si otra vez los resultados de otros sonríen. Primero, claro está, habrá que mirarse en el espejo y dedicarse esa sonrisa a uno mismo en forma de victoria.