El Real Valladolid acusó, de nuevo, la distancia entre líneas a la hora de sacar el balón jugado. Solo la presencia de Míchel consiguió desatascar un centro del campo baldío
Normalmente el aficionado tiene en su cabeza la alineación tipo de su equipo, una semana puede variar un jugador, la siguiente otro, pero la mayoría de futbolistas repiten jornada tras jornada. En el Real Valladolid hay jugadores que, efectivamente, son titulares fijos para Luis César, pero hay otros muchos que no, que han ido alternando titularidad con banquillo o incluso con la grada. Lo que sí que se puede analizar como peculiaridad de este equipo es la forma de sacar la pelota jugada.
El balón tiene que salir jugado desde atrás. Para ello, los laterales se abren y suben sus líneas para dejar que los centrales ocupen los espacios que quedan libres. En el centro aparece Borja, que se incrusta entre los zagueros para ayudar a la circulación. Un movimiento típico en el fútbol, que tantos años realizó Álvaro Rubio, pero que este año no está dando sus frutos.
¿Por qué no funciona? Quizá porque los jugadores que tienen que ayudar en la salida no tengan la visión y el toque suficiente o quizá porque el equipo está ‘muy largo’ y no se encuentren los suficientes apoyos.
Dos jugadores de características muy similares
La primera hipótesis señalaría directamente a los jugadores del doble pivote. Con Borja como hombre indispensable y con la vitola de titular indiscutible, el escrutinio se dirigiría a Anuar y Luismi, los dos jugadores que se están repartiendo ese puesto al lado del gallego.
El andaluz, que acumula quinientos minutos más que el canterano, se ha destapado como un futbolista con unas características muy parecidas a las de Borja y, a menudo, peca de abusar con el ‘pase de seguridad’. Su fútbol carece de profundidad. Destaca en tareas defensivas, pero ofensivamente no es el jugador más ducho con el esférico en sus pies.
Anuar, que también sobresale más por sus labores defensivas que ofensivas, quizá no tenga más visión de juego que Luismi, pero tiene una gran capacidad de superar líneas con una potente conducción. Destacó en el filial de la mano de Albés como un jugador ‘box to box’ con la pericia suficiente para rendir en todas las partes del terreno de juego.
En cualquiera de los dos casos, y pese a que no destacan por su brillantez en la salida del balón, ambos son suficientemente fiables para realizar tal labor. Es cierto que, en algunos casos, cuando el rival realiza una fuerte presión, estaría bien buscar otros perfiles como podrían ser Cotán, Míchel o incluso Toni, pero esto no es óbice para que cualquiera de los casos analizados puedan contribuir en la salida de balón.
El domingo pasado contra la UD Almería, sin ir más lejos, la entrada de Míchel dio al equipo la capacidad suficiente para renovar ideas y ayudó a mejorar una circulación de pelota que en la primera parte había sido cuanto menos paupérrima. Pero no siempre un futbolista puede cambiar tanto la cara a un equipo, se necesita un cambio en la forma de jugar.
La forma de iniciar jugada no es la adecuada
La segunda hipótesis es aquella que asegura que la forma de jugar de este Real Valladolid no sirve. Los rivales ya saben como funciona este Pucela de Luis César y cerrando la salida de los laterales e impidiendo que el pivote que no está incrustado en la zaga reciba cómodo, los blanquivioletas se quedan sin ideas.
La figura del mediapunta, con Luis César, es una posición más cercana al segundo delantero que al medio centro. El domingo pasado, contra el Almería, Hervías y Gianniotas ocupaban los extremos y Ontiveros la mediapunta. El marbellí, que por mucho que se diga que puede destacar por el centro, es extremo y por la banda es mortal. Pero jugó por detrás de Mata. Y ahí fue estéril durante toda la primera parte.
Pasa lo mismo cuando es Anuar el que ocupa esa demarcación. En vez de situar al ceutí ahí para que ayude en la salida de balón retrasando su posición, Luis César le insta a ocupar los espacios que Mata deja a las espaldas de las zagas y a buscar las segundas jugadas.
Con esta forma de jugar, el problema está más abajo. Si el balón llega arriba, solo por acumulación, hay jugadores de sobra para hacer daño –dos extremos, el delantero y el mediapunta, más la incorporación de los laterales, que casi siempre llegan-. Pero… ¿llega el balón en buenas condiciones y con cierta asiduidad a las posiciones de ataque?
No. Y no lo hace porque el equipo está tremendamente distanciado. Con los centrales y Borja en línea y con un solo pivote viniendo a recibir y con el resto del equipo apelotonado en diez metros, existe una distancia entre unos y otros de veinte metros que solo trata de salvar un jugador. Resultado: si hay presión el equipo no es capaz de sacar la pelota jugada.
No es esto algo nuevo del partido contra el Almería. Viene sucediendo desde hace mucho, pero en las últimas jornadas se está acentuando. El domingo pasado, la solución fue introducir a Míchel para que fuese el encargado de dar sentido al juego desde el pivote, pero, del mismo modo, se puede hacer desde la mediapunta, introduciendo un jugador más canchero que venga a recibir y ayude en la salida de balón.
En cualquier caso, el equipo tiene que mejorar. Faltan solo once jornadas por disputar y los de Luis César dan, en muchas fases del encuentro, una sensación de atasco muy preocupante. Cuando llega la hora de la verdad, de ganar los partidos como sea, este equipo está dejando detalles que tuvieron que pulirse hace mucho tiempo.