Real Valladolid y Alcorcón repartieron puntos en Santo Domingo, incapaces ambos de hacer un solo gol, lo que complica más el play-off para los primeros

Nada. Que no. Agua. Este Real Valladolid está fundido, sin ganas, le cuesta Dios y ayuda sacar otra cosa que no sea una derrota o un empate en el mejor de los casos cuando juega lejos de casa y este sábado volvió a demostrarlo en Santo Domingo, donde firmó un empate sin goles ante el Alcorcón. Un choque con poca salsa por parte de ambos conjuntos, de esos con más choque e imprecisiones que juego y que, por desgracia, distancia un poco más a los pucelanos del play-off de ascenso.
Y no sería por intentarlo, al menos inicialmente. El choque levantó el telón con dominio alterno, con los clásicos errores de fuera de juego, con fallos innecesarios en los pases más sencillos y con continuos balones divididos. Se respiraba en el ambiente un claro respeto entre ambos equipos, conscientes de que destapar las piernas en defensa por lanzarse demasiado al ataque podría suponer encajar rápido para poner nervioso al personal.
Como consecuencia se formó un tapón en el centro del campo, con Peña y Dorca en constante pelea con Borja y Luismi, quien sorprendió con su vuelta a la titularidad, de manera que se hacía difícil mover el balón con criterio.
¿Y Mata y Anuar? El mediapunta no terminaba de encontrar su sitio y el delantero, al que se buscaba de manera continua a base de patadón, jugaba demasiado de espaldas como para encontrar portería. Sí respondía según lo esperado Ontiveros, sin duda una de las revelaciones del mercado invernal, a punto de inaugurar el marcador cuando sacó veloz una falta lejana que casi sorprendió a Casto. Esta iniciativa tempranera del Pucela, con un Alcorcón que funcionaba a latigazos, terminó por desgracia por convertirse en un espejismo.
Y es que es aquí donde se encuentra uno de los principales problemas del Real Valladolid esta temporada. Fuera de casa cualquiera es capaz de tutearle, cualquiera le juega sin respeto. Algo completamente inadmisible para un equipo que se supone aspira al ascenso. Y no es solo cuestión de un día. El Alcorcón, recordemos que un equipo en crisis que bordea el descenso, supo reaccionar poco a poco con orden y repliegue al arreón blanquivioleta y acabó poniendo contra las cuerdas a los de Luis César, incapaces de sacar el balón jugado desde su área. Por suerte, antes de que el daño fuera mayor, el árbitro decretó el camino a vestuarios.
Nada que rascar
El arranque del segundo round solo trajo más de lo mismo, con la diferencia de un Pucela que consiguió rehacerse sobre el verde. El juego terminó por volverse anodino, previsible, sin sorpresas. En apenas ningún momento se transmitía que el marcador pudiera moverse en uno u otro sentido. De vez en cuando Masip o Casto volaban acompañando a un balón que casi siempre iba fuera, pero efectivamente el peligro no llegaba a ser real.
Es aquí donde los seguidores blanquivioletas deben plantearse cuestiones. ¿Es este Real Valladolid, a día de hoy, un equipo sin alma? ¿Un conjunto conformista, mediocre? Y por ende, ¿es posible alcanzar, o incluso peor planteado, se merecería el play-off? Las respuestas a todas estas preguntas harían temblar hasta al más pintado.
La cuestión es que este Pucela no juega mal… pero tampoco bien. Si a esto se suma la incapacidad de sacar adelante los compromisos clave y los diferentes problemas ocasionados de una situación deportiva que no es la deseada, apaga y vámonos. Calidad hay, mimbres parece que también. Pero lo que no está tan clara es la implicación y ganas del vestuario, jugadores y entrenador incluidos. Y lo que es peor, la afición, que viajó en tromba a Alcorcón, ya empieza a no tragarse el pastel.
Mientras, el partido transcurría anodinamente. Cualquier amago de actividad, que de vez en cuando existía, era un motivo para desperezarse con la esperanza de que terminara el algo. No fue así, claro. Un disparo de Ontiveros por aquí que atrapa Casto en dos tiempo por aquí, un cabezazo de Dorca desviado por allá, entran Giannotas y Míchel por aquí, salen Óscar Plano y Anuar por allá. Imposible.
Poco ofrecía también el Alcorcón por su parte, hay que decir. Después del duro varapalo de hincar la rodilla la semana pasada ante el Córdoba por 1-2, cualquiera podría haber supuesto que los de Julio Velázquez echarían todo para volver a tomar el pulso en la clasificación y reanimar a su afición. Pero no, no hubo tu tía. El empate parecía casi pactado desde antes de comenzar el partido.
Así, habrá que ver qué decisión toma el Pucela en torno a Luis César Sampedro. Obviamente, este triste empate sigue dejando en el aire que el entrenador se siente en el banquillo de Zorrilla ante el Almería la semana que viene. Y mientras el play-off sigue alejándose, lenta pero inexorablemente. Toca otra semana de ruido de sables en Valladolid.
AD Alcorcón: Casto; Laure, Pablo V., Hugo Álvarez, Bellvís; Toribio, Dorca; Sangalli (Bruno Gama, min. 62), Álvaro Peña, Mateo (Nono, min. 69); Álvaro Giménez (Jonathan Pereira, min. 77).
Real Valladolid: Masip; Moyano, Kiko Olivas, Calero, Borja Herrera; Borja, Luismi; Óscar Plano (Gianniotas, min. 66), Anuar (Míchel, min. 79), Ontiveros (Hervías, min. 74); Mata.
Árbitro: Vicandi Garrido. Mostró tarjeta amarilla al local Toribio y al visitante Borja.
Indicencias: Partido correspondiente a la jornada 30 de LaLiga 1|2|3, disputado en el Estadio de Santo Domingo (Alcorcón, Madrid) ante 2.160 espectadores.