El Real Valladolid B vuelve a ganar después de seis jornadas y lo hace ante un rival de play-off y que no pudo contra diez

En contra de cuantos puedan pensar que no, el Real Valladolid Promesas tiene vida. Después de varios empates, y de acumular seis jornadas sin ganar, volvió a hacerlo en su casa ante el Fabril, filial del Deportivo y contra quien hizo bueno el empate que a tan poco supo contra el Rápido de Bouzas. La victoria le sirve como un buen espaldarazo de moral y para encadenar cinco partidos sin perder, después de sumar cuatro puntos en los cuatro precedentes.
Más que por el fútbol, en el inicio, el juego se midió por sus interrupciones, dado que a la falta de dominio de unos y otros se le sumaron varios lesionados en la primera mitad, que hicieron que no hubiera ritmo. O por lo menos fue uno de los factores, que hubo que agregar al hecho de que la tenencia de balón del Fabril no era clara y el Promesas no lo acababa de tener porque el rival no se lo permitía. Así, a través del afán que tenían de neutralizarse, ambos conjuntos hicieron que ninguno mandara.
En ese arranque la potencia de los delanteros prometía imponerse a todo lo demás, y así, Luis Suárez y Jardel, los exuberantes puntas, se hicieron notar. Más lo hizo el blanquivioleta, que finalizó dos ataques en los minutos precedentes al gol, uno fuera y otro al cuerpo de Francis. El blanquiazul, mientras tanto, tuvo que salir muchas veces de su zona de influencia para dejarse ver y disparó fuera a la media vuelta un envío que recibió en tres cuartos. Fue casi lo único destacable de su equipo en el primer periodo, junto a un centro de Borja Galán que despejó Dennis.
El uno a cero llegó gracias a un saque de esquina lanzado desde el sector derecho del ataque por parte de Samanes y a un inapelable testarazo de Mario Robles, que lo festejó con el mismo orgullo con el que porta el símbolo de capitán, el mismo que más tarde tendría que ceder cuando una falta con la que cortó el avance de un rival provocó su expulsión por roja directa.
Para entonces los minutos habían corrido, tanto que fue ya en el segundo tiempo, aunque era escasa la incidencia de la posesión por parte de ambos equipos. El cuero fue más bien fabrilista, aunque solo Jardel amenazó a Dennis, tras valerse de un pobre despeje de Sali. Sin embargo, el guineano poco o nada tiene que ver con el histórico delantero brasileño del Porto, aquel de nombre Mario: disparó fuera; no fue capaz de concretarlo, como no fue capaz de hacerlo Luis Suárez en otra que tuvo antes del descanso.
Los contratiempos sufridos por Apa y Pinchi parecían ser responsables de que el partido no adquiriera velocidad. Nada que ver. Tampoco la hubo en la segunda parte, o cuanto menos lo que no hubo fue precisión en la entrega, puesto que los deportivistas sí que intentaron llevar la manija, máxime tras la expulsión de Mario por detener a un rival en el intento de deshacer el error de basculación que habían cometido los centrales.
Visto lo visto horas antes en Córdoba, más de uno temía en la grada que fuera a pasar lo mismo que al primer equipo; muchos más. Pero pronto Luis Suárez dijo que no, que esta vez no tocaba. Ya en inferioridad numérica, el colombiano cazó un balón largo entre los centrales y pilló a Francis descolocado. Con su fuerte disparo de rosca provocó una liberación, en el campo y en la hinchada, que festejó como si no hubiera vivido lo de la mañana (o sobre todo porque así lo hizo).
Aunque Luis Fernández acortó distancias bien rápido, su alta actividad sirvió más bien de poco. El Promesas supo mantenerse firme atrás, juntito como quizá en la primera mitad no había sido capaz, y la poca lucidez del Fabril hizo el resto. No supo el cuadro dirigido por Munúa gestionar bien el manejo del cuero, se precipitó a menudo y se dio de bruces con un rival firme atrás que mantuvo el resultado.
Lo hizo sin mucho sufrimiento, pero sí con el agobio típico de los finales cerrados, y más cuando uno juega con uno menos. Las pérdidas de tiempo fueron las típicas de esos instantes –hasta el punto de que el Fabril se hartó y en una de estas no devolvió el balón–, pero, en honor a la verdad, también las concesiones al contragolpe, que habrían permitido a Mayoral sentenciar si ‘El Jabalí’ no estuviera aún en un estado bajo de forma, recién salido de una lesión.
Igual que hace una semana el empate cosechado en Vigo parecía poco, este triunfo supone mucho para un filial que se niega a que le den por muerto. Revierte la racha de seis partidos sin ganar y la transforma en una de cinco sin perder que deja un dato más llamativo si cabe: ninguno de los cuatro primeros le ha ganado en Los Anexos. La asignatura pendiente la sigue teniendo en sus salidas, y la próxima es vital: para confirmar que no estamos tan mal, que diría aquel, tiene la obligación de ganar al Cerceda en su casa el sábado.
Antepenúltimo con veinticinco puntos, el Promesas está a cuatro del play-out y de la salvación, que marcan el Pontevedra y el Toledo, respectivamente. Vamos, que hay vida. Vaya si la hay.
Real Valladolid Promesas: Dennis; Apa (Alvarado, min. 14), Mario Robles, Sali, Moi; Carrascal, Domínguez (Mayoral, min. 82); Raúl Navarro, Javi Pérez, Samanes; y Luis Suárez (Velásquez, min. 66).
Deportivo Fabril: Francis; Blas, One, Quique, D. Caballo; Carlos López (Ortuño, min. 72); Queijeiro; Borja Galán (Luis Fernández, min. 46), Romay, Pinchi (Lucas, min. 34); y Jardel.
Goles: 1-0, min. 24: Mario Robles. 2-0, min. 55: Luis Suárez. 2-1, min. 58: Luis Fernández.
Árbitro: Usón Rosel, del Comité Aragonés. Amonestó a los locales Alvarado, Moi, Dennis y Samanes y expulsó con roja directa a Mario Robles en el minuto cincuenta.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la vigesimoséptima jornada liguera en el Grupo I de la Segunda División B, disputado en Los Anexos ante unos trescientos espectadores.